A pesar del terror que infundía, Baba Iaga,
la bruja que moraba en el bosque, no siempre derrotaba a sus adversarios. De
hecho, en algunas historias se burlaban de ella con facilidad, como muestra
este relato de un joven que vivía con un gato y un gorrión.
Un día,
el gato y el pájaro se fueron al bosque en busca de madera, no sin antes
advertir al joven que, si aparecía Baba Iaga, no debía decir nada. Al poco
tiempo, llegó la bruja y hurgo por los cajones de la cocina. El joven se quedó
en silencio hasta que vio cómo la misteriosa figura agarraba una de sus
cucharas y rompió a llorar por el enfado. Baba Iaga se dio cuenta de su
presencia y se lo llevó con ella. El joven entonces pidió ayuda al gato y al
gorrión, quienes, después de numerosos picotazos y mordiscos, lograron
liberarlo.
Al día
siguiente, volvieron a salir al bosque y dejaron al chico solo tras darle el
mismo consejo. Pero, una vez más, gritó al ver cómo la bruja contaba las
cucharas De nuevo lo secuestró y el chico tuvo que ser liberado otra vez.
Sin
embargo, al ocurrir lo mismo el tercer día, el joven no corrió igual suerte:
mientras Baba Iaga se lo llevaba, de nada sirvieron sus gritos, ya que sus
amigos estaban lejos y no pudieron oírlo. La anciana se lo llevo a su casa,
donde le dijo a su hija mayor que lo asara mientras iba a hacer un recado.
Cuando le pidió que se tumbara en el recipiente del horno, el joven fingió no
entender lo que le decía.
-¿Cómo
me tengo que poner? -preguntó.
Exasperada
ante su estupidez, la mujer se metió en el recipiente para mostrárselo ella
misma.
Entonces,
el joven la empujó dentro del horno y cerró la puerta: quedó asada y crujiente.
Utilizó el mismo truco con la segunda hija de la bruja y, cuando la más joven
tuvo igual destino, Baba Iaga supo que tenía que haber hecho el trabajo ella
misma.
Sin
embargo, se tragó el engaño del joven y también acabó asada en el horno.
0.008. anonimo (eslavo)
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