Este popular relato cuenta la historia de
Sadko, un humilde ciudadano de Nóvgorod cuya única posesión era un instrumento
tradicional similar a un arpa llamado gusli. En sus manos, este simple
instrumento creaba una música llena de encanto.
Un día,
Sadko se encontraba sentado junto al lago Ilmen tocando el gusli cuando se percató de una
turbulencia en el agua. Las olas se separaron, y allí, frente a el, apareció Morskoi,
el Zar del Mar, quien le agradeció sus melodías y le pidió que arrojara una
red dentro del lago. Sadko siquió sus instrucciones y recogió un fantástico
tesoro.
Al cabo
de algunos años. Sadko, que se había covertido en un acaudalado mercader,
estaba viajando por el mar Caspio, cuando su barco se detuvo de forma
repentina. Los temerosos miembros de la tripulación echaron las cartas para ver
quién de los que se encontraban a bordo podía ser el causante del desastre, y a
Sadko le tocó la carta más baja. El comerciante confesó entonces que durante
años se había olvidado de cumplir su deuda con el Zar del Mar. Cuando se
enteraron de esto, los navegantes lo arrojaron por la borda, y, justo en ese
instante, un enérgico viento izó las velas y partieron de nuevo.
El
mercader se hundió en el lecho marino, donde se encontró con Morskoi, quien le
dijo que llevaba doce años esperando oírlo de nuevo. Entonces le pidió que
tocara para volver a cautivar su corazón. Sadko tomó su gusli e interpretó una bonita melodía. Morskoi bailaba embelesado,
provocando tormentas en muchos kilómetros a la redonda. El feliz rey del mar
le ofreció entonces a Sadko que eligiera a una de sus treinta hijas para
convertirla en su esposa, pero la mujer del Zar le aconsejó que eligiera a la
mas sencilla, Chernava, y le advirtió de que no la besara. Sadko hizo lo que le
habían dicho y a la mañana siguiente se despertó en las suntuosas riberas del
río Chernava, en Novgorod, donde muy pronto se reuniría con su amada esposa.
0.008. anonimo (eslavo)
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