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viernes, 5 de octubre de 2012

El zar del mar

Este popular relato cuenta la historia de Sadko, un humilde ciudadano de Nóvgorod cuya única posesión era un instrumento tradicional similar a un arpa llamado gusli. En sus manos, este simple instrumento creaba una música llena de encanto.

Un día, Sadko se encontraba sentado junto al lago Ilmen to­cando el gusli cuando se percató de una turbulencia en el agua. Las olas se separaron, y allí, frente a el, apareció Mors­koi, el Zar del Mar, quien le agradeció sus melodías y le pi­dió que arrojara una red dentro del lago. Sadko siquió sus instrucciones y recogió un fantástico tesoro.
Al cabo de algunos años. Sadko, que se había covertido en un acaudalado mercader, estaba viajando por el mar Caspio, cuando su barco se detuvo de forma repentina. Los temerosos miembros de la tripulación echaron las cartas para ver quién de los que se encontraban a bordo podía ser el causante del desastre, y a Sadko le tocó la carta más baja. El comer­ciante confesó entonces que durante años se había olvidado de cumplir su deuda con el Zar del Mar. Cuando se enteraron de esto, los navegantes lo arrojaron por la borda, y, justo en ese instante, un enérgico viento izó las velas y partieron de nuevo.
El mercader se hundió en el lecho marino, donde se encontró con Morskoi, quien le dijo que llevaba doce años esperando oírlo de nuevo. Entonces le pidió que tocara para volver a cautivar su corazón. Sadko tomó su gusli e interpretó una bonita melodía. Morskoi bailaba embelesado, provocan­do tormentas en muchos kilómetros a la redonda. El feliz rey del mar le ofre­ció entonces a Sadko que eligiera a una de sus treinta hijas para convertirla en su esposa, pero la mujer del Zar le aconsejó que eligiera a la mas sencilla, Chernava, y le advirtió de que no la besara. Sadko hizo lo que le habían dicho y a la mañana siguiente se despertó en las suntuosas riberas del río Cher­nava, en Novgorod, donde muy pronto se reuniría con su amada esposa.

0.008. anonimo (eslavo)

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