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viernes, 5 de octubre de 2012

El zar medved, rey de los osos

En la tradición eslava, el oso estaba asociado con el trueno, un vínculo que bien pudo basarse en la pasión de este animal por la miel, el alimento de los dioses. En este extraño relato, el zar Medved, rey de los osos, compite con un halcón, un águila y un becerro.

El zar Medved era un poderoso soberano que gober­naba sus dominios con toda su fuerza y poder. Una vez exigió un cruel tributo de un rey humano al pedirle que su hijo e hija vivieran con él como sus esclavos para que le permitieran cualquier capricho.
El soberano se negó a aceptar este acuerdo e intentó es­conder a sus amados hijos en un lugar seguro, pero el rey de los osos los encontró muertos de miedo en su escondite subterrá­neo y se los llevó a la fuerza.
Sin embargo, al día siguiente, un halcón salió a cazar y vio a los niños sin vigilancia en la guarida del zar. El ave bajó en picado y, tras tomar al príncipe sobre su ala derecha y a la prin­cesa sobre la izquierda, se marchó volando para entregárselos a su padre.
El oso miró hacia arriba y vio cómo el halcón esca­paba con sus preciados prisioneros. Bramó lleno de ira y se golpeó la cabeza violentamente contra el suelo. La tierra tembló a muchos kilómetros a la redonda y un relámpago recorrió el cielo hasta alcanzar las alas del halcón, que se vio obligado a dejar caer a los pequeños.
A la mañana siguiente, el oso salió de nuevo y esta vez lo vio un águila, que bajó en picado y liberó a los príncipes, pero, cuando volaba con ellos en busca de un lugar seguro, fue también abatido por un rayo arro­jado también por el iracundo zar.
Sin embargo, el tercer día, un becerro se encontró a los niños solos, los montó sobre su lomo y se fue galopando hacia la fortaleza. Medved oyó cómo se marchaban, y bramó y gritó lleno de rabia; sin embargo, el becerro lo ignoró y siguió avan­zando con el príncipe y la princesa sobre su lomo. El rey de los osos arrojó entonces sus rayos, pero rebotaron en la piel del be­cerro sin causar daño alguno; la tierra se estremeció, pero la bestia siguió avanzando impertérrita y logró llevar a salvo a los príncipes.

0.008. anonimo (eslavo)

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