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viernes, 5 de octubre de 2012

Un heroe de las montañas sagradas

El héroe épico, o bogatyr, Svyatogor, un guerrero con una fuerza y un coraje en apariencia sin igual, dio con la horma de su zapato cuando menos se lo esperaba. Esta leyenda procede de uno de los primeros ciclos que existen de las byliny, o canciones, que con-memoran a los míticos «héroes ancianos».

Un día, Syvatogor se preparaba para iniciar un largo viaje por las estepas. Mientras colocaba su silla de montar favorita, silbaba una melodía familiar y acariciaba a su corcel. Luego lo mon­tó y se marchó al galope.
Se sentía lleno de vida. Apretaba con sus manos las riendas; se reía orgulloso de su propia fuerza, cuando miraba la inmensa planicie y gritaba alardeando de que era lo sufi­cientemente fuerte como para levantar la Tierra simplemen­te con las manos.
Un día, en el suelo, vio una alforja. Movido por la cu­riosidad, detuvo el caballo e intentó levantar la alforja con el mango de la fusta, pero no lo consiguió. Luego se agachó y probó levantarla con el dedo, pero era tan pesada como una roca. Todavía en su silla de montar, intentó sin éxito despla­zar la misteriosa alforja con una mano. Entonces Svyatogor se rió, ya que se percató de que la bolsa estaba encantada, lo que suponía todo un reto.
Tras saltar del caballo, agarró la alforja con las dos ma­nos. Resoplando por el esfuerzo, pudo levantarla hasta la altura de las rodillas, pero, al mirar hacia abajo, vio que se había hun­dido en la tierra y que la alforja seguía repo­sando sobre el suelo. Los brazos se le llenaron de gotas, que no eran más que las lágrimas de sangre que caían de sus ojos. Svyatogor intento salir trepando, pero estaba atrapado, retenido por arte de magia por el suelo pegajoso. Transcurrido un tiempo, su fiel caballo lo abandonó. El bogatyr se arrepintió amargamente de su fanfarronería. Y allí, en ese solitario lugar, el gran guerrero en­contró su muerte, mientras se consu­mía lentamente bajo un cielo aje­no a sus súplicas.

0.008. anonimo (eslavo)

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