Eshu era un personaje muy importante para
el pueblo yoruba de Nigeria y Benín, pues era un intermediario divino que
protegía también a los viajeros. Sin embargo, las historias en las que aparece
lo muestran, por lo general, como un malicioso embaucador a quien le encanta
hacer travesuras sin más.
Una
historia cuenta cómo Eshu había sido esclavo de Orishá, el espíritu divino. Al
sentirse humillado se rebeló, ascendió por un acantilado situado detrás de la
morada de su amo y lanzó una enorme piedra desde lo alto para aplastarla, Pero
el dios, debido a su condición divina, no murió, sino que, por el contrario, se
esparció por el aire, motivo por el que, a partir de entonces, han existido
tantas divinidades u «orishás».
Un relato
más popular narraba cómo el alborotador divino decidió una vez crear discordia
entre dos vecinos que habían sido amigos desde la infancia. Con esa intención
se dirigió al sendero que dividía los campos de ambos hombres, ataviado con un
sombrero rojo por un lado y blanco por el otro. Para crear una confusión aún
mayor, llevó consigo una caña de manera que pareciera salir de la nuca. Los
granjeros estaban agachados trabajando cuando pasó, pero cuando se levantaron
para descansar, uno de ellos hizo un comentario acerca del extraño aspecto de
la persona que pasaba por allí. Muy pronto, ambos empezaron a discutir
acaloradamente acerca del color del sombrero del extraño y de la dirección que
había seguido. Después de un tiempo, se cansaron de hablar y pasaron a las
manos, hasta que al final fueron conducidos ante el rey.
Eshu
llego justo cuando los dos hombres explicaban sus versiones y, a su debido
tiempo, confesó que había provocado la riña de forma deliberada. El monarca
ordenó su arresto, pero el embaucador huyó corriendo y no pudieron atraparlo. A
toda velocidad, recorrió el pueblo sembrando el pánico, incendiando todas las
construcciones que encontraba a su paso. Cuando los habitantes salieron
corriendo de sus casas intentando salvar sus pertenencias, Eshu se ofreció a
cuidar de los fardos. Pero entonces hizo un fardo con los paquetes que le iban
arrojando e inició una nueva disputa. Satisfecho, Eshu se marchó riendo.
0.009. anonimo (africa)
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