Los aztecas creían que vivían en la era del
quinto sol. Aunque no existe ninguna fuente que explique la forma en que se
volvió a crear vida tras la destrucción del cuarto mundo anterior, son varios
los mitos que describen las sucesivas etapas del proceso.
El
cuarto sol fue destruido durante un cataclismo apocalíptico en el que las aguas
subterráneas emergieron para anegar el mundo, al mismo tiempo que el cielo se
derrumbaba sobre él. Todo quedó bajo las aguas y desapareció. Tras el
cataclismo, reinó el caos hasta que los cuatro hijos del gran creador Ometeotl,
los principales dioses del panteón mesoamericano, se transformaron en árboles
para elevar el firmamento y despejar así un espacio en el que la creación
pudiera comenzar de nuevo.
Un mito
cuenta cómo uno de los hijos de Ometeotl, Quetzalcóatl, la «serpiente con
plumas», fue el responsable de conducir a los humanos al mundo recién creado.
Para lograrlo, tuvo que viajar al inframundo en busca de todo cuanto habían
dejado atrás los primeros humanos, sus predecesores del cuarto sol: algunos
huesos que estaban en posesión del ladino y posesivo Mictlantecuhtli, el
principal dios de la muerte mexicano con rostro de cráneo. Tras llevar a cabo
su misión, Quetzalcóatl trasladó los trofeos a un lugar mítico llamado
Tamoanchan, que significa «tierra del neblinoso cielo». Allí, los dioses
compañeros de Quetzalcóatl decidieron coo-perar moliendo los huesos como si
fuera maíz y humedeciendo la harina resultante con su propia sangre. Más
tarde, dieron forma a los seres humanos a partir de la pegajosa masa. En
Tamoanchan, criaron a los niños humanos hasta que fueron lo bastante mayores
como para ser enviados a la superficie de la Tierra.
Sin
embargo, los aztecas creían que la era en la que vivían estaba predesti-nada a
finalizar con un enorme terremoto. Tal hecho era inevitable, aunque se podía
posponer si ofrecían a los dioses sacrificios humanos para complacerlos.
0.010. anonimo (centroamerica)
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