La deidad más importantes del panteón de la
Rusia precristiana era Perun, el dios del trueno y de la guerra. En este cuento
popular de la era cristiana, se convierte en el compañero del demonio y de un
humilde carpintero.
Los tres
encontraron un lugar donde vivir en el bosque, y el carpintero construyó una
cabaña. Comenzaron a cultivar hortalizas hasta que una noche apareció un
ladrón que se llevó todos los nabos. A la siguiente noche, Perun espero la
llegada del ladrón y, tras oír el chirrido de las ruedas de un carro, se
adentró en la oscuridad, pero fue alcanzado por una fusta y cayó de rodillas.
El diablo se burló y prometió vengarse, pero a la noche siguiente él también
fue golpeado por el misterioso bellaco.
La
tercera noche, el carpintero esperó en el mismo lugar, sentado con un violín
como única arma. A medianoche comenzó a tocar una melodía muy popular y
apareció el ladrón, una anciana, que le pidió que le enseñara la melodía.
El carpintero
le prometió a la hechicera que haría que sus dedos fueran lo suficientemente
suaves como para tocar las notas. Tras conducirla a un árbol que había cortado
con un hacha, colocó las manos de la bruja en la grieta y luego retiró la cuña
de un golpe, de modo que le dejó los dedos atrapados. Una vez hecho esto, le
hizo prometer a la bruja que no volvería a la cabaña y entonces se la llevó en su
carro, que más tarde se quedaría para su uso personal.
Perun,
el demonio y el carpintero decidieron separarse, pero, como los tres deseaban
permanecer en la cabaña, acordaron celebrar una competición, en la que el
ganador sería aquel que fuera capaz de asustar a los otros dos. En primer lugar
actuó el demonio, que provocó un furioso viento. Perun huyó, pero el carpintero
no se movió. La noche siguiente Peru desató un a ensordecedora tormenta y, en esta
ocasión, el demonio se esfumó, pero el carpintero permaneció sentado tranquilamente.
Cuando
le llegó el turno, el hombre se dirigió a la cabaña en el carro de la bruja,
burlándose del fracaso de los otros dos. El demonio y Perun huyeron y no
volvieron nunca; así, el carpintero pudo disfrutar de una vida feliz en
solitario.
0.008. anonimo (eslavo)
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