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viernes, 5 de octubre de 2012

El desgarro del monstruo de la tierra

Dado que los aztecas eran el grupo dominante de Centroamérica cuando llegaron los españoles, la mayoría de lo que conocemos acerca de la mitología mesoamericana proviene de ellos. Sin embargo, tomaron prestados los dioses de las sucesivas civilizaciones que los precedieron mil años antes.

Parte del legado mitológico de los aztecas estaba constituido por una historia antigua que narraba como se crearon el mundo y el cielo a partir del cuerpo del monstruo de la Tierra, Tlaltecuhtli, un temido ogro hembra que devo­raba todo cuanto encontraba a su paso.
La afición de Tlaltecuhtli por la carne era tal que sus enormes fauces con dientess de sílex no eran suficientes para satisfacer sus bestiales apetitos, de modo que tenía bocas complementarias en los codos, las rodillas y en otras articulaciones, donde re­chinaban los ávidos dientes. Su aspecto era tan terrorífico que incluso el resto de los dioses se sentían sobrecogidos ante su presencia. Finalmente, Tezcatlipoca y Quetzal­cóatl, que pasaron de ser enemigos a formar una alianza a lo largo del ciclo mitológico azteca, decidieron librar al mundo de semejante monstruo para que el proceso de creación pudiera continuar.
Tras transformarse en serpientes gigantes, lucharon contra él y lograron por fin partir su enorme cuerpo en dos (de acuerdo con otra versión, Tezcatlipoca luchó con su apariencia real y perdió un pie durante la lucha). Luego arrojaron una de las mitades del cadáver al cielo, donde se transformó en la bóveda celeste.
Entre tanto, otros dioses, impresionados ante la violencia emplea-da contra Tlaltecuhtli a pesar de los estragos que éste había provoca-do, decidieron formar laTie­rra a partir de la otra mitad de su cuerpo: con el cabello crearon los árboles, las flores Y las hierbas; con los ojos dieron forma a los aljibes y a los manantiales; su boca sirvó para crear los ríos y las cavernas, y de su nariz emergieron las cadenas montañosas y los valles.
Y, de ese modo, la diosa cobró vida, y con ella gran parte de su antigua feroci­dad, pa que, en ocasiones, se la puede oír por las noches pidiendo a gritos corazones y sangre humanos, la única dieta que puede persuadirla para continuar creando.

0.010. anonimo (centroamerica)

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