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viernes, 5 de octubre de 2012

El impostor arrogante

Antes de que comenzara la presente era, un monstruoso pájaro conocido como Siete Guacamayo se erigió como soberano del sombrío mundo de la penumbra que quedó después de la riada universal. Este déspota presuntuoso debía ser destruido antes de que la raza humana pudiera cobrar vida.

La característica principal de Siete Guacamayo era su jactancia, por más que se tratara de una criatura es­pléndida, con un plumaje compuesto de metales pre­ciosos y unos dientes de brillantes zafiros de color azul. Sin embargo, tal fue su arrogancia al identificarse con el Sol y la Luna que acabó conllevando su caída, ya que tales afirmaciones desafiaban abiertamente la autoridad de los dioses fundadores.
En consecuencia, se envió a los Héroes Gemelos, Hunah­pu y Xbalanque, para derrotar a Siete Guacamayo, a quien tendieron una emboscada, aunque no salió del todo bien, pues Siete Guacamayo, que se había dislocado la mandíbula, lo que le provocaba un insoportable dolor de muelas, logró dislocar un brazo a Hunahpu y llevárselo con él.
Siete Guacamayo colocó entonces el brazo sobre la chi­menea y retó a los gemelos divinos a que fueran a recuperarlo. Éstos acudieron a la ayuda de dos venerables ancianos de cabe­llo cano y los cuatro idearon un plan en el que los ancianos se presentarían ante Siete Guacamayo disfrazados de dos chama­nes viajeros, especializados en odontología.
Tras caer en la trampa, Siete Guacamayo imploró a los ilustres visitantes que aliviaran su dolor de muelas.
-Muy bien -respondieron- Nuestro diagnóstico es que un gusano se está comiendo tu mandíbula.
Los ancianos te dijeron que, para expulsar al gusano, tendrían que extraerle las muelas y sustituirlas por otras falsas de «huesos pulverizados» de la mejor calidad. Los chamanes comenzaron a trabajar, y extrajeron las muelas al monstruo, realizadas con exqui-sitas piedras preciosas de color azul. Sin embargo, no las sustitu-yeron por huesos pulverizados, sino por granos de maíz blanco, y, más tarde, le extrajeron el metal precioso que rodeaba sus ojos.
La supuesta «cura» aplicada por los ancianos lo único que hizo fue privar a Siete Guacamayo de toda señal de presti­gio y, dado que su estatus se basaba completamente en la apa­riencia externa, quedó reducido a la nada una vez despojado de su oro y sus joyas. La victoria de los Héroes Gemelos fue com­pleta cuando los ancianos (que eran, en realidad, expertos doc­tores, si así lo deseaban) volvieron a colocar el brazo de Hunah­pu en su sitio y se lo dejaron como nuevo.

0.010. anonimo (centroamerica)

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