Tras retirar la capa de nieve, los miembros
de la partida de rescate por fin dieron con el viajero perdido, en cuyo rostro
podía verse una sonrisa. Lejos de tener el aspecto de alguien enterrado en una
tumba helada, parecía haber pasado una noche de pasión entre los brazos de una
hermosa dama.
Sin la
agonía de la congelación, y aplacados sus arrebatos de miedo, un sentimiento
de serenidad invadió a la víctima de hipotermia, preparándola para la más
seductora de las muertes. Esta actitud de aceptación del destino final se
personificó en la figura de Yuki-onna, la Doncella de las Nieves. que atraia a
hombres desventurados. Con un horrendo rostro de color blanco fantasmagórico,
tenía un cuerpo tan hermoso, y sus caricias eran tan dulces, que ningún hombre
podía resistirse a sus insinuaciones.
Un joven
se encontró causalmente con Yuki-onna mientras viajaba por las montañas con un
compañero de mayor edad. Tras encontrar refugio durante una ventisca en una
cabaña remota, el joven se despertó por la luz de una estrella y vio que se
aproximaba una hermosa mujer a su cabaña. Al llegar, la misteriosa figura se
inclinó por encima del compañero de mayor edad y echó su aliento sobre el
rostro del hombre. Luego le dijo al joven que le perdonaría la vida con la
condición de que jurara no contar nunca su visita a un alma viva.
A la
mañana siguiente se encontró solo: la mujer se había marchado y su compañero
estaba muerto. Presa del terror, continuo su camino sin contar a nadie lo que
había ocurrido. Años más tarde, se enamoró de una joven llamada Yuki, con la que
se casó, tuvo hijos vivió feliz. Una noche, mientras veía el pálido rostro de
su esposa por el reflejo de la luz de la tarde, se acordó de aquella noche en
las montañas, muchos años antes. Ensimismado en sus recuerdos, le contó a su
joven esposa la extraña historia. De repente, su apariencia se transformó y
allí mismo apareció la Doncella de las Nieves, con una expresión de furia en su
blanco rostro.
-¿No
habías prometido guardar el secreto? -preguntó ella. Si esta vez vuelvo a
perdonarte la vida -prosiguió-, es sólo por el amor a tus hijos.
Y, tras
la adcertencia, se fundió en la noche ti, la familia no volvió a verla más.
0.040. anonimo (japon)
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