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domingo, 7 de octubre de 2012

El héroe de troya

Desde nuestra mentalidad moderna, Aquiles es una egocéntrica máquina de matar, mientras que el troyano Héctor resulta una figura más atractiva al preocuparse por el destino de su familia y de su país.

Tras agotar todas las opciones para instaurar la paz, Héctor se resignó a entrar en una guerra que sólo podía acabar en desastre. Lideró con gran valentía a los troyanos logrando que los invasores griegos volvieran a sus barcos, y se enfrentó cara a cara con el gran amigo de Aquiles, Patroclo. Tras matarlo, se convirtió en objeto de la mortífera ira del héroe griego, en cuyas manos encontró la muer­te con la ayuda de la diosa Atenea, enemiga acérrima de Troya.
Dos escenas de la Ilíada, el célebre poema épico sobre la guerra compuesto por Homero, añaden una nota de patetismo a la muer­te de Héctor. Una es la despedida de su esposa Andrómaca y de su joven hijo. Cuando intenta besar a este último para despedirse, el pequeno se echa para atrás, aterrorizado por el casco de bronce, con su cresta de pelo de caballo. Sonriendo, Héctor se quitó enton­ces el casco para mostrar su rostro así poder estrechar entre sus brazos a su querido hijo.
La otra escena hace referencia a un momento de debilidad del héroe. Cuando Aquiles se enfrenta a él en solemne duelo, sufre una crisis nerviosa y huye de su adversario, quien lo persi­gue junto a las murallas de Troya. Al poco tiempo, Héctor se arma de valor y se enfrenta a su perseguidor para dirigirse con dignidad hacia su vaticinada muerte. Es posible que ese mo­mento de debilidad, inimaginable en su poderoso adversario, no haya aumentado su reputación como guerrero, pero en cambio le otorga una dimensión humana de la que sin duda carece su resuelto oponente.

0.060. anonimo (grecia y roma)

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