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domingo, 7 de octubre de 2012

La isla encantada


A su regreso de una misión comercial fallida en Nubia, un emisario egipcio se lamentaba de su suerte, por lo que un marinero intentó consolarlo contándole un cuento que comenzaba con una tragedia, pero que tenía un final feliz.

Un desconocido marinero iba navegando por el mar Rojo, en dirección a las minas reales. Su embarcación, de 60 m de longitud, estaba bien equipada y contaba nada menos que con 120 tripulantes. Pero entonces de repente, el cielo se cubrió y una fuerte tormenta zarandeó el barco, que se hundió bajo las olas, al igual que la tripulación al completo, con la única excepción del narrador.
El superviv¡ente pudo mantenerse a flote, meciéndose en la superficie del mar, ahora en calma, pero estaba empezando a perder sus fuerzas cuando, justo a tiempo, se vio arrastrado por la corriente a la orilla de una isla que pa­recía un paraíso terrenal, rebosante de frutas y verduras, así como de cuantos pescados y aves que el hambriento marinero pudiera desear. Sin embargo, una serpiente gigante con el cuerpo de oro y las cejas de lapislázuli que habi­taba en la isla amenazó al marinero con quemarlo si no le explicaba cómo había llegado hasta allí. Pero el pobre hombre estaba muerto de miedo, así que la serpiente se lo llevó a su guarida y, tras reconfortar al marinero, escu­chó su historia. Más tarde, la serpiente narró su propia y triste historia.
-Hubo un tiempo en el que había 75 serpientes aquí -dijo- inclui­da toda mi familia. Pero una estrella en llamas cayó y las mató a todas, ex­cepto a mí. El destino será más benevolente contigo. Dentro de cuatro me­ses llegará un barco que te llecará de vuelta a casa sano y salvo.
Como había prometido la serpiente, el barco llegó y el marinero se embarco en él, cargado de regalos del generoso monstruo. A su regreso a casa, el rey quedo tan complacido que nombró a su súbdito miembro del séquito real y, como tal, le otorgó un gran número de sirvientes.

0.034. anonimo (egipto)

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