Agamenón, rey de Micenas, había ofendido a
Artemisa, la diosa de la caza, al alardear de ser buen cazador, por lo que le
envió viento para entorpecer los esfuerzos del rey por conducir su flota hasta Troya.
De
acuerdo con la versión original de la historia, Agamenón sacrificó a su hija
Ifigenia en honor a Artemisa para lograr cientos favorables. Sin embargo, en
una versión posterior, la diosa apareció en persona justo cuando la joven se
tumbaba bajo el cuchillo expiatorio y se la llevó rápidamente, dejando a una
cierva para que fuera sacrificada en su lugar. En concreto, se la llevó a
Táuride, junto al mar Negro, en lo que hoy en día se conoce como Crimea. Allí,
la princesa griega se convirtió en sacerdotisa en un templo que albergaba una
popular imagen de la diosa.
En estas
tierras bárbaras, era costumbre que todos los extranjeros que llegaban al país
realizaran sacrificios en honor a Artemisa, y, durante numerosos años, Ifigenia
fue obligarla a presidir estos sangrientos rituales. Un día, su propio hermano,
Orestes, llegó a las orillas de Táuride y le fue entregado a figenia para que lo matara.
Al
reconocerse el uno al otro, la pareja, que había permanecido separada mucho
tiempo, reprimió su alegría ante tal inesperado encuentro, lo suficiente hasta
poder escapar llevándose consigo la estatua de Artemisa, para la que deseaban
encontrar un hogar más apropiado en Grecia. De vuelta en casa, lfigenia volvió
a convertirse en sacerdotisa de la diosa.
0.060. anonimo (grecia y roma)
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