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domingo, 7 de octubre de 2012

El trágico desafío de antígona

La tragedia de Edipo, rey de Tebas, es una de las más memorables de todos los mitos clásicos. Sin embargo, el drama de su hija es menos popular, y fue el tema central de la obra Antígona, de Sófocles, el célebre dramaturgo griego del siglo V a. C.

Tras la muerte de Edipo, sus dos hijos se disputa­ron la sucesión al trono, pero al final decidieron gobernar por turnos. Eteocles opto por ser el pri­mero, pero cuando su mandato concluyó, se negó a entregar el reino a su hermano, tal como había prometido.
Polínico reclutó entonces a un ejército con la ayuda de seis líderes aliados (los famosos siete contra Tebas). Sin embargo, las fuerzas militares volvieron de la ciudad tras haber sufrido un gran número de bajas. Los hijos de Edipo murieron en un duelo y, con sus muertes, el trono pasó a manos de su tío Creonte.
El principal objetivo de este último consistió en evitar futuras rebeliones, por lo que dio órdenes de que Eteocles fue­ra enterrado de forma solemne según su condición de antiguo soberano de Tebas, pero no así su hermano Polínico, que debía quedar sin sepultura, y decreto que quien osara des-obedecer sus ordenes moriría.
A pesar de la amenaza, había una persona decidida a de­safiar la voluntad del rey. Esa noche, la hermana de Polínico, Antígona, visitó el campo de batalla y, tras encontrar el cuerpo de su hermano, lo cubrió de tierra para darle una sepultura digna. Sorprendida mientras llevaba a cabo el enterra-miento. Fue conducida ante su tío, quien la reprendió. Ella se negó a disculparse, alegando en su defensa la preeminencia de la ley divina, y continuo negándose a darle la razón al rey, a pesar de que éste la había condenado a muerte.
La crueldad de la sentencia provoco un gran revuelo en Tebas, pero Creonte se negó a acceder a las numerosas peticiones de clemencia. Sólo cuando el viejo profeta Tiresias advirtió al rey que los dioses lo castigarían por semejante actua­ción, Creonte por fin se planteo la posibilidad de perdonarla.
Sin embargo, este cambio de opinión llego demasiado tarde: al entrar en la estancia de piedra donde la había encarce­lado, el rey descubrió que la princesa se había ahorcado con su velo. Pero la tragedia no termina aquí. El hijo de Creonte, He­món, que era el prometido de Antígona, se suicidó clavándose su propia espada al enterarse del trágico destino que había co­rrido su prometida, y cuando la esposa de Creonte, Eurídice, conoció de la suerte de su hijo, se apuñaló mortalmente.

0.060. anonimo (grecia y roma)

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