La tragedia de Edipo, rey de Tebas, es una
de las más memorables de todos los mitos clásicos. Sin embargo, el drama de su
hija es menos popular, y fue el tema central de la obra Antígona, de Sófocles,
el célebre dramaturgo griego del siglo V a. C.
Tras la
muerte de Edipo, sus dos hijos se disputaron la sucesión al trono, pero al
final decidieron gobernar por turnos. Eteocles opto por ser el primero, pero
cuando su mandato concluyó, se negó a entregar el reino a su hermano, tal como
había prometido.
Polínico
reclutó entonces a un ejército con la ayuda de seis líderes aliados (los
famosos siete contra Tebas). Sin embargo, las fuerzas militares volvieron de la
ciudad tras haber sufrido un gran número de bajas. Los hijos de Edipo murieron
en un duelo y, con sus muertes, el trono pasó a manos de su tío Creonte.
El
principal objetivo de este último consistió en evitar futuras rebeliones, por
lo que dio órdenes de que Eteocles fuera enterrado de forma solemne según su
condición de antiguo soberano de Tebas, pero no así su hermano Polínico, que
debía quedar sin sepultura, y decreto que quien osara des-obedecer sus ordenes
moriría.
A pesar
de la amenaza, había una persona decidida a desafiar la voluntad del rey. Esa
noche, la hermana de Polínico, Antígona, visitó el campo de batalla y, tras
encontrar el cuerpo de su hermano, lo cubrió de tierra para darle una sepultura
digna. Sorprendida mientras llevaba a cabo el enterra-miento. Fue conducida
ante su tío, quien la reprendió. Ella se negó a disculparse, alegando en su
defensa la preeminencia de la ley divina, y continuo negándose a darle la razón
al rey, a pesar de que éste la había condenado a muerte.
La
crueldad de la sentencia provoco un gran revuelo en Tebas, pero Creonte se negó
a acceder a las numerosas peticiones de clemencia. Sólo cuando el viejo profeta
Tiresias advirtió al rey que los dioses lo castigarían por semejante actuación,
Creonte por fin se planteo la posibilidad de perdonarla.
Sin embargo,
este cambio de opinión llego demasiado tarde: al entrar en la estancia de
piedra donde la había encarcelado, el rey descubrió que la princesa se había
ahorcado con su velo. Pero la tragedia no termina aquí. El hijo de Creonte, Hemón,
que era el prometido de Antígona, se suicidó clavándose su propia espada al enterarse
del trágico destino que había corrido su prometida, y cuando la esposa de
Creonte, Eurídice, conoció de la suerte de su hijo, se apuñaló mortalmente.
0.060. anonimo (grecia y roma)
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