Cuando el inofensivo Meleagro era todavía
un bebé, las parcas le dijeron a Altea, su madre, que la vida del niño duraría
tanto como un tronco de árbol que estaba ardiendo en la chimenea. Entonces
Altea sacó el tronco del fuego, lo apagó y lo guardó en un lugar secreto de su
palacio.
Cada
año, el padre de Meleagro, Eneo, rey de Calidón, ofrecía un sacrificio a los
doce dioses del Olimpo, y su reino prosperaba gracias a ellos. Pero un año se
olvidó de Artemisa, quien, como venganza, envió un jabalí gigante que asoló los
campos y causó gran mortandad entre el ganado y los pastores.
Eneo
mandó heraldos solicitando ayuda, prometiendo los colmillos y la piel del
animal a quien lo matara. Numerosos héroes de toda Grecia acudieron para
capturar a la bestia, liderados por Meleagro; se dice que entre ellos estaban
Jasón y Teseo. Acudió también Atalanta, una chica que, tras haber sido
abandonada cuando era un bebé, fue amamantada por una osa y creció junto a los
cazadores de las montañas. Era, por tanto, muy diestra en el arte de la caza y,
además, era la corredora más veloz del mundo.
Pero, en
realidad, Artemisa estaba utilizando a Atalanta como artimaña para arruinar a Eneo,
y Meleagro se enamoró de ella. Así, cuando el resto de los cazadores se quejó
de que una mujer podría traerles mala suerte, los mandó callar, mostrándole
así su incondicional apoyo.
En el
bosque, Hileo y Reco, dos centauros que formaban parte de la cacería, intentaron
violar a Atalanta, pero ésta les disparó, mientras el cazador Anceo moría
descuartizado por los colmillos del jabalí. Atalanta fue la primera en herir
al temible, pero fue Meleagro quien finalmente lo mató. Éste ofreció la piel a
la joven, pero semejante acto de generosidad resultó excesivo para algunos de
los cazadores. En concreto, Toxeo y Plexipo, dos de los hermanos de su madre,
no estuvieron de acuerdo con la decisión de Meleagro y, en un arrebato de ira,
asesinó a los dos.
La madre
de Meleagro, al ver cómo traían los cadáveres de sus hermanos, maldijo a su
hijo, sacó el tronco medio quemado del arcón en el que lo había guardado y lo
arrojó al fuego. En ese instante, Meleagro murió. Sus hermanas rompieron a
llorar y Artemisa las convirtió en gallinas de Guinea. Más tarde, Aitea, llena
de remordimientos, se ahorcó.
0.060. anonimo (grecia y roma)
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