Al principio de los tiempos, Set era
adorado en su centro de culto, Naqada, y debido a su vinculación con las
espantosas tormentas de arena del desierto de la región, era importante
apaciguarlo. En última instancia, se convirtió en el dios del desorden y el
caos.
Al igual
que la mayoría de los dioses egipcios, Set solía representarse con la cabeza de
un animal, por lo general como un enorme y extraño monstruo, una criatura
imaginaria vagamente similar a un oso hormiguero. En ocasiones se le
representaba como uno de los animales considerados «impuros» por los egipcios,
como son el hipopótamo y el cerdo.
En su
condición de dios del desorden, era enemigo de Horus y el mundo organizado con
el que se identificaba a este último. Esta enemistad, de hecho, formaba parte
del orden egipcio. una oscuridad frente a la que la luz divina podía brillar.
A pesar
de su villanía, los antecedentes de Set eran impecables como hijo de la diosa
del cielo Nut, compartía el estatus de su hermano Osiris y de sus hermanas Isis
y Neftis (la última fue, ademas, una de sus esposas).
De
hecho, su fuerza y rango entre los dioses le valieron el apoyo de Ra durante
gran parte de su amarga lucha contra Horus. Tras su derrota en la Tierra,
viajó con el dios del sol durante las horas de la noche, defendiéndolo frente
a la serpiente Apofis.
La
inmensa fuerza de Set y su enérgica sexualidad le aseguraron la devoción de,
al menos, una minoría de mortales. Aunque en raras ocasiones fue considerado
un dios popular, también contaba con ciertos aspectos positivos uno de sus
atractivos era precisamente que podía mantener alejado el mal tiempo. De hecho,
esta faceta hizo que durante las dinastías XIX y XX (1292-1075 a. C.) disfrutara
de un período de respeto y adoración.
Sin
embargo, Set fue siempre un dios peligroso al que venerar. Durante las últimas
dinastías, se le caracterizó como el dios del daño y, en general, pasó a
considerarse la personificación del mal.
0.034. anonimo (egipto)
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