El origen de la isla de Zelanda, sobre la
que se encuentra la actual Copenhague, se explica en un mito protagonizado por
la diosa Gefion. Cuenta la leyenda que fue la responsable de la separación del
territorio de Suecia después de haber embaucado al rey sueco mediante sus
tretas y su magia.
Gefion
era una figura de poca relevancía entre los aesires, y, en la Edad Media, era
el símbolo de la castidad. Sin embargo, su más célebre proeza sugiere que en
tiempos anteriores gozó de una reputación muy diferente. En un poema de la
época vikinga, escrito por un bardo de la corte sueca, se narra cómo Odín la envió
a viajar por el reino humano de Midgard, en el que encontró por casualidad la
corte del rey Gylfi de Suecia. Su belleza dejó prendado al soberano y la diosa
aceptó sus insinuaciones de buen grado. Tras mantener una placentera relación
con ella, el rey la recompensó ofreciéndole una parte de su reino. Dado que
desconocía sus orígenes divinos, le prometió que le entregaría todo el
territorio que pudiese arar con cuatro bueyes en el plazo de un día y una
noche.
Gefion
aprovechó la oportunidad sin eludirlo, tras partir hacia Jotunheim, el reino
de los gigantes, utilizó sus poderes divinos para transformar en bueyes a sus
cuatro hijos nacidos de un gigante, que fueron las bestias con las que decidió
llevar cabo la oferta de Gylfi. Los cuatro animales araron con todas sus fuerzas,
y aplastaron la tierra con tal ímpetu que la separaron de sus amarras. Luego
la empujaron hacia el interior del mar Báltico y, tras dirigirse hacia al sur bordeando
el extremo de Suecia, finalmente la depositaron a modo de isla, a la que
Gefion dio el nombre de Zelanda.
Un
enorme lago, conocido en la actualidad como Malar, permaneció en Suecia en el
lugar donde la tierra fue arrancada de raíz, y hay quien sostiene que sus
brazos coinciden en gran medida con las penínsulas de Zelanda.
0.079. anonimo (vikingo)
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