Existen algunos relatos en los que el gran
héroe Yorimitsu se enfrentaba con coraje y astucia a monstruos diabólicos. Este
ejemplo del cronista Kenko Hoshi es uno de los más siniestros e inquietantes de
la mitología japonesa.
Según el
relato de Kenko Hoshi, Yorimitsu se encontraba cabalgando junto a Tsuna, su
compañero de mayor confianza, cuando ambos quedaron perplejos al ver un cráneo
enfrente de ellos, flotando en el aire. Tras seguirlo por la meseta durante una
distancia considerable, todavía quedaron más impre-sionados al ver cómo
desaparecía a través de la puerta abierta de una mansión en ruinas, de la que
ninguno de los dos ni siquiera había oído hablar. En su interior, se encontraba
una marchita y vieja bruja de cabello cano, cuyos párpados caían hacia atrás
sobre su cabeza a modo de sombrero y cuyos pechos le colgaban por debajo de
las rodillas: era, sin duda, la viva imagen de la horrible decrepitud. Tenía
doscientos años, les dijo, y era la guardiana de una mansión plagada de demonios,
pero mientras los hombres la escuchaban con atención, no pudieron oír las pisadas
fantasmagóricas de un grupo de espíritus diabólicos.
Yorimitsu
intentó desenfundar su espada para defenderse, pero se quedó helado de repente
ante la visión que tenía delante: donde antes había una horrible bruja, ahora
se encontraba la más hermosa de las damiselas. Durante unos segundos que se hicieron
eternos, permaneció sin habla antes de darse cuenta de que la tentadora mujer
lo estaba envolviendo con una pegajosa telaraña. Yorimitsu la apuñaló con su
espada, pero la misteriosa figura desapareció sin dejar rastro. Con la ayuda de
Tsuna, buscaron por el edificio en ruinas hasta que encontraron una araña gigante
en un rincón del desván que yacía enferma y herida, con una punta de espada quebrada
incrustada en el cuerpo. Tras observar su propia espada, Yorimitsu comprobó
que le faltaba la punta: aquel horrendo monstruo era la damisela que había
estado a punto de atraparlo con su red de encanto. Tras sacarla a rastras de
su guarida, los héroes la mataron y le abrieron el tórax, donde encontraron los
restos de miles de víctimas humanas.
0.040. anonimo (japon)
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