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domingo, 7 de octubre de 2012

Los cuentos de izumo

Un ciclo de mitos ambientados en la región japonesa de Izumo comienza con el descenso de Susano de los cielos y continúa con las hazañas de su descendiente Okuninushi. De acuerdo con la tradición de Izumo, fue Okuninushi, y no Izanagi ni Izanami, quien creó las islas de Japón.

Desde el cabo Mipo en Izumo, Okuninushi vio aun diminuto dios a la deriva en una embarca­ción construida con la vaina de la planta del kagami. Al llamar al recién llegado para pre­guntarle su nombre, no obtuvo respuesta. Finalmente des­cubrió que el dios enano se llamaba Sukulabiko y que él y Okuninushi estaban destinados a dar forma a las islas de la tie­rra central de la planicie de juncos.
Una vez que los dos dioses llevaron a cabo su honorable misión, Sukunabiko viajó a bordo de su diminuta nave a Toko­yo-no-kuni, la lejana tierra de la eternidad, situada más allá de los océanos.
Cuando Okuninushi, con profunda pena, exigió saber cómo podría él solo mantener el orden en la Tierra, apareció de los océanos una misteriosa deidad que brillaba con luz celes­tial y que se ofreció a ayudarlo a gobernar Japón. Declaró que se mantendría siempre a su lado con la condición de que, a cambio, fundara un santuario para adorar al dios en la cumbre sagrada de Mimoro.
Un soberano posterior de Izumo fue Omitsunu («señor de la playa y el campo»), un nieto de Susano, que aumentó el territorio de Izumo de una forma muy original.
Preocupado por el hecho de que la región fuera tan pe­queña, vio a través de las aguas que había una tierra abandona­da en las orillas de Corea. Se hizo con una cuerda, ató uno de los extremos a la tierra coreana y el otro a una montaña de Izu­mo, el monte Sahime, y ordenó a sus súbditos que tiraran de ella para salvar sus vidas. Una gran masa de tierra se desprendió y se unió a Izumo. Más tarde, repitió el mismo truco y tiró de las islas del mar del Japón hasta llevarlas a Izumo. Los restos de la última cuerda dieron lugar a la playa de Yomi.

0.040. anonimo (japon)

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