Un día, un altivo nubio se presentó ante la
corte de Ramsés II de Menfis y desafió a los mejores eruditos de Egipto,
poniendo a prueba sus habilidades para la magia. Alzando un pergamino sellado
ante el rey, preguntó: «¿Puede alguien de los aquí presentes leer esta carta
sin abrirla?».
Perplejo
por el reto del nubio y temeroso de quedar en evidencia, el faraón mandó llamar
al príncipe Setne, el más instruido de sus hijos. Éste también estaba
desconcertado, pero en lugar de aceptar una derrota, solicitó diez días de
gracia para estudiar el problema.
No tenía
ni idea de cómo leer tan extraña carta, por lo que se quedo en casa intentando
dar con la respuesta. Cuando su joven hijo Siosiri intentó reconfortarlo, dijo:
-Sólo
tienes doce años. Un niño no me puede ayudar con esto.
Sin
embargo, el pequeño logró que su padre le explicara todo.
-Pero eso es sencillo
-dijo el niño sonriendo. ¡Yo puedo hacerlo!
-Y le pidió a Setne que le trajera
el pergamino. Como el niño había prometido, fue capaz de leerlo mientras su
padre lo mantenía enrollado.
Al día
siguiente, Siosiri y su padre se reunieron con el faraón Y con el arrogante
nubio. El niño procedió a leer el pergamino sellado ante la sorpresa del nubio.
Se
trataba de un cuento ambientado en un pasado remoto, en el que el príncipe de
Nubia había empleado los poderes del brujo Sa-Neheset para atraer con argucias
al faraón a la corte nubia. Éste recibió allí una brutal y humillante paliza y
el faraón, en contrapartida, recurrió a la magia de su principal brujo,
Sa-Paneshe, de manera que la lucha entre las dos naciones se convirtió en un
duelo encarnizado entre los dos grandes brujos, que Sa-Paneshe finalmente ganó.
El joven Siosiri llegó al final de su lectura.
-Ahora,
mi rey -dijo el chico, puedo decirle por qué está aquí este nubio. Se trata de
Sa-Neheset, que ha vuelto a nacer. Pero yo también he renacido: ¡soy Sa-Paneshe
y lo reto una vez mas!
Durante
horas, los hechiceros lucharon mediante conjuros. Al final, Siosiri (o
Sa-Paneshe) envió un conjuro de fuego que el adversario no pudo soportar, y Sa-Neheset
se consumió por las llamas.
0.034. anonimo (egipto)
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