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domingo, 7 de octubre de 2012

Siosiri y el hechizo de nubia


Un día, un altivo nubio se presentó ante la corte de Ramsés II de Menfis y desafió a los mejores eruditos de Egipto, poniendo a prueba sus habilidades para la magia. Alzando un pergamino sellado ante el rey, preguntó: «¿Puede alguien de los aquí presentes leer esta carta sin abrirla?».

Perplejo por el reto del nubio y temeroso de quedar en evidencia, el faraón mandó llamar al príncipe Setne, el más instruido de sus hijos. Éste también estaba desconcertado, pero en lugar de aceptar una derrota, solicitó diez días de gracia para estudiar el problema.
No tenía ni idea de cómo leer tan extraña carta, por lo que se quedo en casa in­tentando dar con la respuesta. Cuando su joven hijo Siosiri intentó reconfortarlo, dijo:
-Sólo tienes doce años. Un niño no me puede ayudar con esto.
Sin embargo, el pequeño logró que su padre le explicara todo. 
-Pero eso es sencillo -dijo el niño sonriendo. ¡Yo puedo hacerlo! 
-Y le pidió a Setne que le trajera el pergamino. Como el niño había prometido, fue capaz de leerlo mientras su padre lo mantenía enrollado.
Al día siguiente, Siosiri y su padre se reunieron con el faraón Y con el arrogante nubio. El niño procedió a leer el pergamino sellado ante la sorpresa del nubio.
Se trataba de un cuento ambientado en un pasado remoto, en el que el príncipe de Nubia había empleado los poderes del brujo Sa-Neheset para atraer con argucias al faraón a la corte nubia. Éste recibió allí una brutal y humillante paliza y el faraón, en contrapartida, recurrió a la magia de su principal brujo, Sa-Paneshe, de manera que la lucha entre las dos naciones se convirtió en un duelo encarnizado entre los dos grandes brujos, que Sa-Paneshe finalmente ganó. El joven Siosiri llegó al final de su lectura.
-Ahora, mi rey -dijo el chico, puedo decirle por qué está aquí este nubio. Se trata de Sa-Neheset, que ha vuelto a nacer. Pero yo también he renacido: ¡soy Sa-­Paneshe y lo reto una vez mas!
Durante horas, los hechiceros lucharon mediante conjuros. Al final, Siosiri (o Sa-Paneshe) envió un conjuro de fuego que el adversario no pudo soportar, y Sa­-Neheset se consumió por las llamas.

0.034. anonimo (egipto)

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