El encarnizado conflicto entre Horus y Set
se prolongó durante numerosas décadas. Por un lado, era una lucha en la que un
hijo deseaba vengarse del asesino de su padre y, por otro, se trataba de una
lucha cósmica para restablecer el orden universal.
Venido al
mundo con el conocimiento de que su padre Osiris había sido asesinado por Set,
Horus fue destinado a convertirse en un representante de la venganza divina.
Desde su primera tase de madurez, dedico todos sus esfuerzos para que se
hiciera justicia con su malvado tío y se restableciera el orden del mundo.
La
competencia entre los dos dioses, uno en la flor de su juventud y el otro con
un poderoso ingenio y una enorme fuerza, fue épica, y se prolongó durante
numerosas décadas. Hubo una vez en la que Horus, con la ayuda de su madre Isis,
estaba a punto de asesinar a Set cuando su progenitora, en un repentino gesto
de bondad, intervino con su misericordia para salvarle la vida. En el frenesí
de la lucha, Horus dirigió su cólera hacia su madre y la atacó salvajemente, lo
que provocó la ira de los otros dioses. Batiendo con fuerza su cuchillo de
cobre, logró incluso cortar la cabeza a su madre, pero al tratarse de la diosa
de la magia, ésta, al poco tiempo, pudo reparar el daño.
Avergonzado
por su actuación, Horus huyó hacia el desierto mientras los dioses peinaban la
Tierra en su busca. Fue Set quien lo encontró, descansando junto a un oasis. Su
antiguo enemigo tomó la forma de un jabalí negro para lanzar su ataque. Antes
de que Horus supiese lo que estaba ocurriendo, Set le había arrancado el ojo izquierdo
y lo había lanzado más allá de los confines del mundo, a lo que Horus
contraataco arrancándole a Set uno de sus testículos. Dado que los dos
oponentes eran dioses, las heridas tenían con-notaciones cósmicas: el ojo
izquierdo de Horus era la Luna, razón por la que su luz se había perdido en el
mundo, mientras que la castración parcial de Set se utilizó más tarde para
explicar la infertilidad del desierto, con la que se le vinculó desde los
primeros tiempos.
Mientras
tanto, en ausencia de la luz de la luna, la Tierra se sumió en la mas profunda
de las oscuridades todas las noches. Ante la amenaza de un desastre inminente,
el sabio Tot, con su cabeza de ibis, fue en su búsqueda, para lo cual recorrió
el caos más allá de los confines del mundo hasta encontrar el ojo perdido. Éste
se había hecho añicos con la caída, pero Tot volvió a unir las piezas y se lo
devolvió a su dueño, lo que permitió que el cielo de la noche se iluminara de
nuevo. El ojo de Horus fue más tarde representado por el amuleto wedjat, un símbolo protector contra los
poderes del mal.
0.034. anonimo (egipto)
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