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domingo, 7 de octubre de 2012

Tot y el ojo de horus


El encarnizado conflicto entre Horus y Set se prolongó durante numerosas décadas. Por un lado, era una lucha en la que un hijo deseaba vengarse del asesino de su padre y, por otro, se trataba de una lucha cósmica para restablecer el orden universal.

Venido al mundo con el conocimiento de que su padre Osiris había sido asesinado por Set, Horus fue destinado a convertirse en un re­presentante de la venganza divina. Desde su primera tase de madurez, dedico todos sus esfuerzos para que se hiciera justicia con su malvado tío y se restableciera el or­den del mundo.
La competencia entre los dos dioses, uno en la flor de su juventud y el otro con un poderoso ingenio y una enorme fuerza, fue épica, y se prolongó durante numerosas décadas. Hubo una vez en la que Horus, con la ayuda de su madre Isis, estaba a punto de asesinar a Set cuando su progenitora, en un repentino gesto de bondad, intervino con su misericordia para salvarle la vida. En el frenesí de la lucha, Horus dirigió su cólera hacia su madre y la atacó salvajemente, lo que provocó la ira de los otros dioses. Batiendo con fuerza su cuchillo de cobre, logró incluso cortar la cabeza a su madre, pero al tratarse de la diosa de la magia, ésta, al poco tiempo, pudo reparar el daño.
Avergonzado por su actuación, Horus huyó hacia el desierto mientras los dioses peinaban la Tierra en su busca. Fue Set quien lo encontró, descansando junto a un oasis. Su anti­guo enemigo tomó la forma de un jabalí negro para lanzar su ataque. Antes de que Horus supiese lo que estaba ocurriendo, Set le había arrancado el ojo izquierdo y lo había lanzado más allá de los confines del mundo, a lo que Horus contraataco arrancándole a Set uno de sus testículos. Dado que los dos oponentes eran dioses, las heridas tenían con-notaciones cósmicas: el ojo izquierdo de Horus era la Luna, razón por la que su luz se había perdido en el mundo, mientras que la castra­ción parcial de Set se utilizó más tarde para explicar la infertili­dad del desierto, con la que se le vinculó desde los primeros tiempos.
Mientras tanto, en ausencia de la luz de la luna, la Tierra se sumió en la mas pro­funda de las oscuridades todas las noches. Ante la amenaza de un desastre inminente, el sabio Tot, con su cabeza de ibis, fue en su búsqueda, para lo cual recorrió el caos más allá de los confines del mundo hasta encontrar el ojo perdido. Éste se había hecho añicos con la caída, pero Tot volvió a unir las piezas y se lo devolvió a su dueño, lo que permitió que el cielo de la noche se iluminara de nuevo. El ojo de Ho­rus fue más tarde representado por el amuleto wedjat, un símbolo protector contra los pode­res del mal.

0.034. anonimo (egipto)

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