Los titanes y su prole desempeñaron un
papel en el establecimiento del orden natural sobre la Tierra. Helio, el hijo
del titán Hiperión, el dios del sol, y su compañera Tea conducían el carro del
astro rey por el cielo.
Faetón
era el hijo de Helio, pero sus amigos se negaban a creer que tuviese como
padre a un dios. De hecho, incluso su madre dudaba de que fuera verdad, así
que le aconsejó que visitara a Helio y se lo preguntara directamente a él.
Faetón se
dirigió, pues, al magnífico palacio del dios del sol para averiguar la verdad.
En un primer momento no pudo acercarse a su padre, ya que los rayos que salían
de su cabeza lo cegaban. Helio entonces los apartó a un lado v mostró a su hijo
todo su afecto, jurando concederle cuanto le pidiese. Sin dudarlo un momento, Faetón
le pidió que le permitiese conducir el carro del sol durante un día entero.
Helio
intentó por todos los medios disuadir a su hijo, pero éste insistió tanto que
no tuvo más remedio que ceder a su petición. Tras untar el rostro de Faetón con
un aceite que lo protegiese del calor de los raros solares, le instruyó acerca
del camino que tenía que seguir, pero el joven estaba demasiado impaciente como
para escucharlo.
En
cuanto los caballos se elevaron hacia el cielo, se dieron cuenta de la falta de
experiencia del jinete v se desbocaron. El aterrorizado chico no pudo
controlar el carro v los caballos se dirigieron hacia abajo, quemando a su paso
gran parte de la Tierra con el calor del sol. El desierto nubio, antaño tierra
fértil, nunca logró recuperarse, y los habitantes del sur se quemaron tanto que
su piel se tornó negra.
Consciente
del riesgo de destrucción total que corría el mundo, los dioses tuvieron que
enviar un rayo a Faetón para detener el carro v el cuerpo del joven impetuoso
cayó a la Tierra envuelto en llamas. Para salvar otras tierras de la
devastación, los dioses enfriaron el mundo con un aguacero torrencial.
0.060. anonimo (grecia y roma)
No hay comentarios:
Publicar un comentario