Uno de los héroes divinos de la mitología
mogol fue Erlik Khan, quien era representado en el firmamento por el planeta
Venus, el cual, como lucero del alba, acababa con el resto de las estrellas
cada amanecer. Bajo la influencia del budismo, fue relegado a rey del mundo de
los muertos.
Más
tarde, apareció un relato que combinaba elementos animistas y budistas para explicar
el declive de Edik, así como para predecir su venganza final. En él, se narra cómo, tras la creación de la Tierra,
Qormusta, rey de los tengri (nombre con el que se denominaba a los dioses animistas),
destruyó el territorio de Erlik en los cielos. Cuando éste pidió a cambio un
diminuto terreno en la Tierra, Qormusta se negó, y sólo accedió a entregarle el
oscuro dominio que se encontraba debajo de su superficie, un lugar de castigo
en el que se confinaban las almas de los fallecidos.
Sin
embargo, de acuerdo con una profecía, Erlik se vengará un día. Cuando las
montañas se coviertan en polvo, emergerá con nueve guerreros de hierro montados
en nueve caballos de este mismo metal, desde nueve rocas del fondo del mar, y
destruirá todo cuanto encuentre a su paso. En medio del caos, la gente pedirá
desesperadamente ayuda a Qormusta y a Mongke Tengri, el «eterno cielo azul»,
creador de los mundos visible e invisible. Cuando estos dos dioses del
tengrismo no respondan a sus súplicas, acudirán a Sagja-muni, el nombre con el
que los mogoles denominan al Dios Buda, y le rogarán a él y a sus hombres santos
que intercedan en su nombre, pero también harán oídos sordos a sus súplicas.
Más tarde, los dos mejores guerreros del ejército de Erlik, Karan a Kere,
emergerán desde el mundo de los muertos, atacarán al propio Sagjamuni y la
Tierra será pasto de las llamas que surgirán del flujo de su sangre.
0.088.4 anonimo (mongolia)
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