La parte central del Shahnameh comienza con
la historia de Zal, padre de Rustam, héroe iraní supremo. El amor de Zal por la
hija de un soberano de un pueblo vecino proporcionó a la obra uno de sus
idilios románticos más apasionados.
El
nacimiento de Zal se consideró un mal augurio, ya que llegó al mundo con el
pelo blanco como la nieve. Culpando a un espíritu maligno, su padre Sam lo
rechazó y lo abandonó en las montañas de Elburz, donde fue rescatado por el
Simurgh, un ave mítica de enorme tamaño que lo crió junto a su propia nidada. Zal
se convirtió en un chico fuerte y apuesto, y, finalmente, su supervivencia
llegó a oídos de su padre, que en aquella época era el soberano del reino de
Sistán, situado al este de Irán. Arrepentido de su locura, dio la bienvenida a
su hijo y lo convirtió en su heredero.
La
princesa Rudabeh igualaba con su belleza la honradez de Zal, y los dos se
enamoraron, antes incluso de conocerse, si bien, su encuentro no fue fácil. El
padre de la joven, Mehrab, era rey del estado vecino de Kabulestan y, aunque
aceptaba la autoridad suprema de Sam, lo hacía a regañadientes, y lo que es
aún peor, pertenecía al linaje de Zahak, el más odiado de los primeros reyes
de Irán, que tenía, por costumbre llevar una serpiente en cada hombro.
Así que,
cuando Zal visitó Kabulestan, decidió montar su campamento al otro lado del
río de la capital de Mehrab en lugar de aceptar la hospitalidad del soberano.
Rudabeh fue recluida en las dependencias para mujeres del palacio de su padre,
ya que el protocolo no permitía a Zal reunirse con su amada.
Pero las
damas de compañía de la princesa encontraron una forma de propiciar el
encuentro. Un día fueron a relajarse a la ribera del río y, tras ver una
oportunidad de romper el hielo, Zal agarró su arco y, disparó una flecha a un
pájaro que solaba por allí, que fue a caer junto al lugar en el que las
mujeres se encontraban reunidas. La princesa envió a miembros del séquito para
que recuperaran la presa y, al poco tiempo, el grupo comenzó a ensalzar a su
amo. Zal envió joyas a la princesa y se organizó un encuentro secreto.
Aunque
en un principio sus padres se opusieron al enlace, la pasión de los amantes
logró vencer todos los obstáculos. Y así, la pareja contrajo matrimonio en
medio del júbilo general y todos los testigos estuvieron de acuerdo en que era
la parda más bella que había ocupado un trono.
0.084.4 anonimo (persia)
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