La leyenda del caballero francés Raúl de
Cambrai, quien fue despojado de niño de su herencia por el hijo de Carlomagno,
Luis I, es uno de los episodios más populares de la colorida obra épica francesa
de finales del siglo XII, Los
cuatro hijos de Aymon.
El conde
de Cambrai murió cuando su esposa, Aalais, estaba embarazada de su hijo Raúl
Luis intentó forzar a Aalais a contraer matrimonio con Gibouin le Manceau,
pero ella se negó. Furioso, el rey se adueñó de toda la herencia de Raúl y se
la entregó a Gibouin a perpetuidad.
Raúl
creció hasta convertirse en un hábil caballero y en uno de los miembros
favoritos de la corte, pero, un día, dos hermanos pequeños murieron bajo su
supervisión y, aunque no iba a ser culpado de ello, su orgullo no le permitió
contarlo, por lo que el padre de los niños, Ernaut de Douai, al enterarse, le
declaro una eterna enemistad.
Raúl
presionó a Luis I para recuperar su herencia, pero el rey se negó, ofreciéndole
a cambio las tierras de¡ siguiente caballero que falleciera. Raúl aceptó estas
condiciones, aunque la actitud de ambos no fue precisamente caballerosa.
Muy
pronto falleció Herbert de Vermandois dejando a cuatro hijos mayores, de los
cuales uno era el padre de Bernier, el escudero de Raúl. Éste exigió que Luis I
cumpliera su promesa y el rey aceptó, pero con la condición de que ganara la
tierra en una batalla.
Tanto
Bernier como Aalais intentaron disuadirle de ocasionar a otro el mal sufrido
por él mismo, pero éste no atendió a razones y, tras una acalorada discusión
con su madre, el orgulloso Raúl acudió a caballo completamente armado a las
tierras de Vermandois. Bernier llegó a las manos con Raúl, pero huyó, herido,
al campamento de su padre. Más tarde, Raúl luchó contra su eterno enemigo, Ernaut
de Douai, y contra Bernier. Mientras los tres luchaban, Raúl declaro que Dios
no podría salvar a Ernaut, una blasfemia que marcó su destino, ya que fue
asesinado por Bernier. Su cuerpo fue llevado con gran dolor de vuelta a casa.
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