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miércoles, 13 de marzo de 2013

El fiel guardian de mitra

Mitra, el gran dios del sol de la mitología persa, se convirtió en la deidad principal del mitraísmo, un culto que se extendió por el Imperio romano a finales de la época clásica. A su lado iba siempre un fiero jabalí que le prestaba sus servicios en tanto que manifestación del dios guerrero Verethragna.

Mitra, cuyo nombre significa «pacto» o «alianza», era el ga­rante del orden cósmico en la incipiente religión persa. Su asociación con el ciclo del día y de la noche estableció su vínculo con el sol, tal como se nos cuenta en el Avesta: «Él, el primero de los dioses celestiales, vigila las montañas de Elburz ante el eterno sol a lo­mos de un caballo veloz; él, más valioso que todo el oro, se posa en las hermosas cum­bres y desde allí vigila la morada de los iraníes con un ojo caritAtivo». Sin embargo, fue también un poderoso luchador, famoso por su maza de cien caras y por ser el guar­dián de la khvarnah o de la «gloria divina», que otorgaba legitimidad a los reyes.
Con su uniforme marcial, era protegido en todo momento por el temible dios de los guerreros Verethragna El Avesta proporciona una lista de las diez apariencias diferentes que esta deidad podía adoptar, desde un fuerte viento a un carnero salvaje y un espadachín con hoja de oro. Para protegerse, adquiría la apariencia de un jabalí, que aparece descrito también en otro himno aves­tano: «Un jabalí con dientes afilados, un jabalí de afiladas mandíbulas, que asesina de un solo golpe, per­seguidor, embravecido, con un rostro sudoroso; fuerte, con pies de hierro, con garras de hierro con armas de hierro, con cola de hierro y mandíbulas de hierro».

0.084.4 anonimo (persia)

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