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miércoles, 13 de marzo de 2013

La quema del libro amarillo

Los chamanes tenían numerosas obligaciones, entre las que cabe destacar la de adivinar el futuro. En Mongolia, una de las técnicas adivinatorias más comunes era la escapulomancia, esto es, la interpretación de las escápulas de una oveja. Un mito explicaba el origen de dicha práctica.

En los primeros tiempos, antes incluso de que llega­ran los chama-nes a Mongolia, vivía un rey-, propie­tario de un maravilloso libro amarillo, que tenía el don de la adivinación. Cada vez que se cometía un delito, lo único que tenía que hacer era abrir el libro para descubrir el nombre a la procedencia del villano.
Es lógico, pues, que el rey contara con los cortesanos y los soldados más leales del mundo. Incluso cuando los posibles pretendientes los sobornaban para que revelaran donde había escondido su soberano a su hermosa hija, rechazaban los so­bornos, pues sabían que el libro los delataría.
Sin embargo, un día, un astuto y joven pretendiente llamado Tevne encontró la forma de engañar al libro. Atrajo a una vieja criada de la corte a un lugar en el que había cavado un profundo hoyo, la obligó a introducirse en él, prendió fuego en la parte superior y colocó un recipiente con agua sobre el fue­go. Hablando a través de una larga tubería de hierro, que intro­dujo en el hoyo a través del recipiente, le dijo a la aterrorizada mujer que solo la dejaría en libertad si le decía como podía en­contrar a la princesa. Una vez que obtuvo respuesta, Tevne acudió a palacio y cortejó a la princesa, a quien fue capaz de re­conocer entre la veintena de doncellas, vestidas con idénticos ropajes, que conformaban el séquito real.
Cuando el rey supo que un embaucador se había gana­do el corazón de su hija fue en busca del libro amarillo, pero lo único que éste le dijo fue que había sido traicionado por un hombre que tenía una tubería de hierro en lugar de cuerdas vocales, los pulmones llenos de agua, un cuerpo de fuego y nalgas de barro. Furioso, el rey quemó el libro y sus poderes mágicos pasaron a la oveja, que se comió sus cenizas. A partir de entonces, los chamanes, que podían leer las señales con la ayuda del gran dios del fuego, pudieron revelar lo desconocido y predecir el futuro quemando las escápulas de las ovejas.

0.088.4 anonimo (mongolia)

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