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miércoles, 13 de marzo de 2013

La llegada de los mortales

El primer humano de la mitología iraní fue Gayomart, cuyo nombre significa «vida mortal». Su estancia en la Tierra fue breve, pero de su semen brotó una planta de la que surgió la primera pareja en poblar el mundo.

Gayomart, que fue creado con tierra, era tan ancho como alto, y aparece descrito en el Avesta como «brillante como el sol». Su esplendor atrajo la atención del malicioso Angra Mainyu, el espíritu del demonio, que lo asesi­no. Sin embargo, en el momento de morir su semen pasó a formar parte de la Tierra. Durante cuarenta años, el sol arrojó sus rayos sobre el lugar y finalmente una planta, con forma de ruibarbo bro­tó de la tierra. Con el paso del tiem­po los tallos de la planta crecieron hasta dar forma a los cuerpos y extremi­dades de un hombre y una mujer, Mashya y Mashyanag, los padres de las diez razas del género humano.
Convertidos por fin en humanos, la pareja se libero de sus raíces para vivir en la tierra. El propio Ahura Mazda intentó iluminarlos, dándoles instrucciones de que debían hacer siem­pre el bien y evitar al maligno. Sin embargo, las fuerzas de la debilidad también ejercían su influencia sobre Mashya y Mashyanag, y, para su desilusión, la primera pareja vio el mundo como un lugar dificil e inhóspito al considerarlo la creación de Angra Mainyu. Ése fue justamente el primero y el más grave de todos los pecados: negar de forma sacrílega la labor creadora de Ahura Mazda.
Mashya y Mashyanag se apartaron del camino del asha («verdad») que Ahura Mazda había diseñado para ellos. Aunque llevaron a cabo sa­crificios rituales y no rehusaron cumplir una virtuosa labor, fue­ron incapaces de escapar del maleficio arrojado sobre ellos por Angra Mainyu. Incluso perdieron su deseo de poblar el mundo por medio de la unión sexual, ya que, du­rante cincuenta años de esterilidad, no tuvieron ninguna descendencia.
Sin embargo, al mal, Mashyanag dio a luz a gemelos, pero en lugar de amar y proteger a sus vástagos, los padres los mataron y se los comieron. Por aquella época, la carne de los nidos tenía un sabor dulce, así que Ahura Mazda suprimió ese delicado sabor. Numerosos años des­pués. Mashya y Mashyanag concibieron a otros gemelos, que crecieron sanos y fuertes, y se convertirían en los padres de las tribu, de Irán y, a través de ellas, de la raza humana al completo.

0.084.4 anonimo (persia)

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