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miércoles, 13 de marzo de 2013

La trampa tendida al rey kavus

Al igual que otros muchos soberanos antes que él, el monarca persa Kay Kavus fue víctima de su propia vanidad ante las tretas de un artesano divino (el demonio). Sin embargo, la lección que Kay Kavus aprendió no tuvo un resultado fatal, e incluso puede considerarse cómica.

conocido con el nombre de Kavi Usan en el Aves­ta, Kav Kavus fue uno de los primeros soberanos legendarios de Persia que desempeñó también un significativo papel en el Shahnameh. En tiem­pos de su reinado, los persas mantenían una épi­ca lucha con el reino vecino de Turan, si­tuado al noreste, en la actual Turquía. Bajo el intrigante Afrasiyab, los tura­nios se empeñaban en poner en peli­gro la misma existencia de Persia, pero Kavus siempre estaba dispues­to a acudir en acudir del héroe Rustam, quien una vez había res­catado al rey de las garras de un temible demonio blanco que ha­bía dejado ciego tanto al monarca como a todo su ejército.
Imprudente e impetuoso, Kavus tuvo no pocos problemas con otras divinidades en el transcurso de su reinado. Una mañana, se le acercó un dios con la apariencia de un corte­sano adulador y le dijo que, ya que era dueño señor de todo el mundo, el siguiente paso lógico debería ser rei­nar en el cielo. El rey casó en la trampa y decidió reflexionar acerca del mejor modo de subir a las nubes para imponer allí también su soberanía.
Por fin se le ocurrio una idea: ató cuatro águilas a un trono, al que él mismo se había sujetado con una correa, y colgó, de altos mástiles, por encima de las aves varias patas de ovino. Cuando las águilas comen­zaron a batir las alas para acercarse a la carne, levantaron el trono hacia las alturas, de manera que, al poco, el rey se encontraba volando en el cielo.
Pero las águilas no eran in­munes al cansancio, de modo que, cuando por fin sus fuerzas empezaron a flaquear, Kavus cayó a tierra de un golpe. Su experimen­to acabó ignominiosamente en un bosque de algún lugar del oeste de China. Fue necesario un pequeño ejército, liderado bajo las órdenes de Rustam, para encontrarlo v llevarlo de vuelta a Persia, adonde llegó alicaí­do, por lo menos por aquel entonces, y arrepentido de su vanidad y de su locura.

0.084.4 anonimo (persia)

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