Si bien existían relatos que hablaban de un
amor que traspasaba las distintas clases sociales, la mayoría de los romances
tenían lugar entre personas del mismo estatus social. No obstante, en muchos
relatos un caballero buscaba la gloria para ser merecedor de su amada.
Aunque noble de nacimiento, Hynd Horn no era
rico y trabajaba como sirviente en la corte del rey. Un día, la hija del rey reparó
en él y quedó a prendada, por lo que le rogó que se casara con ella a lo que él
contesto que no era lo bastante rico como para contraer matrimonio con una
princesa, y que sólo aceptaría si su padre, el rey, le nombraba caballero.
La joven
convenció a su padre y, en cuanto Hynd Se convirtió en caballero, le volvió a
insistir para que se casara con ella.
Sin embargo,
en esta ocasión, él alegó que primero debería demostrar su valor en un
combate, antes de ser merecedor de su mano.
Antes de
partir, la princesa le entregó un anillo especial y le advirtió que, si perdía
su brillo, querría decir que otro hombre la había hecho su esposa. Hynd viajó
durante siete años por países extranjeros, comprobando el anillo con
frecuencia, hasta que un día notó que se había ennegrecido.
Mientras
volvía a su hogar a toda prisa, se encontró con un mendigo, que le contó que la
princesa se había casado hacía nueve días, pero que se había negado a acostarse
con su marido hasta tener noticias de Hynd Hurn. Tras enterarse de la noticia,
éste sustituyó su rico ropaje por los harapos del mendigo y se dirigió al
palacio donde residía la pareja.
En la
puerta, pidió que la propia esposa le sirviera un trago. La mujer le llevó una
copa y, después de apurarla, dejó caer el anillo en su interior. Ella le
preguntó que quien le había entregado el anillo y él le contesto que había
sido ella misma, hacía ya mucho tiempo. En ese momento, la princesa lo
reconoció y abandonó a su esposo para huir junto a Hynd Horn.
0.083.4 anonimo (edad media)
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