Al día
siguiente, llego un nuevo pretendiente al campamento y la chica observó que
llevaba un extraño amuleto de zarpas de perro. Pero, en esta ocasión, su padre
no estaba dispuesto a aceptar un no por respuesta, por lo que la joven acordó
irse a vivir con el extranjero a una isla situada frente a una costa cercana.
Sin embargo, pronto cayó en la cuenta de que, en realidad, su marido se
trataba de un perro que podía adoptar apariencia humana. Sus sospechas se vieron
confirmadas cuando, después de quedar encinta, parió una camada de cinco bebés
humanos y cinco cachorros.
Al ser
un perro, su esposo no salía a cazar para proporcionarles alimento a ella y a
su prole, sino que, por el contrario, nadaba por el estrecho para recoger los
fardos de carne que el padre de la joven le enviaba. Sin embargo, al final, el
anciano se canso y colocó varias piedras junto a la carne, y el fardo pesó
tanto que el perro se hundió y murió ahogado.
La chica
ya no disponía de nadie que la ayudara y, como culpaba a su padre de sus
desgracias, le lanzó a sus hijos canes la siguiente vez que acudió a visitarla,
y lo atacaron con tal ímpetu que el anciano murió. Abandonada, con diez bocas
hambrientas a las que alimentar y sin encontrar alimento, decidió que tendría
que enviar a sus hijos al mundo exterior para que se las arreglaran por sí
solos. Y así, mediante magia, transformó sus botas en barcos y los despachó a
los diez, que se convirtieron en los antepasados de los pobladores nativos de Norteamérica
y de la población blanca.
0.085.4 anonimo (artico)
No hay comentarios:
Publicar un comentario