El hecho
de vivir en el límite del mundo inhabitable hacía que la minoría de los
esquimales crecieran familiarizados con trágicos relatos, muchos de los cuales
hacían referencia a desastres de la vida real que habían sufrido sus
comunidades en el pasado o que les habían sucedido a antepasados fallecidos
hacía ya mucho tiempo, ya que la memoria popular de tales sucesos se conservaba
durante siglos. Sin embargo, como si quisieran armarse de valor para lo peor,
les gustaban las historias de terror, ya fueran inspiradas en la imaginación o
en la cruda realidad de sus vidas.
Una de
ellas tiene como protagonista a un chamán de Qeqertarsuaq, una isla situada
frente a lo que hoy en día es la base aérea de Thule, que partió un día en su
trineo para visitar a su hermana casada. Estaba a punto de llegar a su casa
cuando sus perros se detuvieron de repente y se negaron a seguir. Tras
aproximarse a pie a la tienda, aparentemente desierta, miró por la ventana y,
vio con horror que toda la familia había muerto congelada.
Una
única ocupante mostraba signos de estar viva: su hermana. Cuando ésta lo vio,
no pareció reconocerlo y se balanzó sobre él, abriendo y cerrando la boca con
avidez. El chaman huyó aterrorizado a su trineo, pero los perros continuaban
negándose a moverse; sólo cuando se aproximó el espectro, con las mandíbulas
abiertas para devorar al hombre y a los perros, los animales se pusieron en
movimiento y no se detuvieron hasta llegar a la seguridad del hogar.
Más
tarde, el chamán hizo que su alma viajara para averiguar el motivo de la
tragedia, y entonces descubrió que toda la familia había muerto de miedo debido
a una aparición premonitoria: la visión de la piel mudada de un kayak en el
que se transportaba un cadáver a su tumba.
0.085.4 anonimo (artico)
No hay comentarios:
Publicar un comentario