Una
pareja de felices esquimales tenía un bebé varón. Sin embargo, era tan hermoso
que los envidiosos lobos decidieron arrebatárselo a sus padres. Y así, una
tarde, un lobo se despojó de su pelaje y se aproximó a la pareja de esquimales
con la apariencia de un hombre desnudo. Cuando la esposa lo vio, el lobo
sugirió que ellos también debían quitarse la ropa. Entonó un extraño cántico y,
antes de darse cuenta, ya estaban desnudos y danzando. Sin em-bargo, el lobo
detuvo su hechizo de iepeote y recuperaron la concien-cia sobresaltados: la
esposa del lobo había tomado al niño en sus brazos y se disponía a llevárselo.
Tras
observar cómo se alejaba el gran lobo gris, la horrorizada pareja fue en busca
de su hijo y, al ver la cuna vacía, entendieron lo sucedido.
Dispuestos
a seguir el rastro de los secuestradores, tomaron cada uno un arco para abatir
al lobo y a la loba lo antes posible y, de este modo, garantizar la seguridad
de su hijo. Estuvieron todo el día buscando hasta que, de repente, llegaron a
un rocoso barranco en el que unos lobos jugaban con su pequeño «lobato». Tras
esperar a que la extraña familia se durmiese, el hombre y la mujer arrojaron sus
flechas. Los dos lobos murieron, pero también el niño que dormía: la loba lo
tenía agarrado con tanto amor que una única flecha había atravesado los cuerpos
de ambos. Compungidos, los padres se llevaron a casa a su niño fallecido para enterrarlo.
0.085.4 anonimo (artico)
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