El rey
de Zhangzhung y su esposa gozaban de un enorme poder y una gran prosperidad,
pero no tenían descendencia. Entre sus numerosas posesiones, había un
elefante sabio que solía alejarse a las montañas. Un día, un mahout, o el cuidador de elefantes,
siguió el rastro del animal y, tras una ardua caminata, se lo encontró embelesado
escuchando una melodía que procedía de la cueva de Sala Bapug, situada en la
ladera del monte Kailasa. El mahout
informó de su descubrimiento al rey, quien realizó el prolongado y difícil viaje
a las montañas en compañía de su esposa y de sus ministros. Ninguno de ellos
sabía decir si la hermosa melodía era un mensaje de los dioses o un seductor
truco de parte de algún espíritu diabólico, por lo que el soberano ordenó a
los habitantes que construyeran un camino entre las rocas que condujese a la
montaña.
En el
interior de la cueea. encontraron a un niño de ocho años que había nacido de la
luz de un arco iris. Cuando el rey le preguntó de dónde venía, el pequeño
contestó:
-Mi
padre es el vacío y mi madre es el amanecer de la sabiduría. Procedo de lo que
no se ha generado y me dirijo a lo no obstruido. Mi nombre es «el incorruptible
al que se te ha concedido el don de la inmortalidad», y he venido por el bien
de todos los seres vivos.
El rey
quedó encantado y le rogó al niño que se convirtiera en su hijo adoptico.
Entonces, el pequeño bendijo al soberano y a su esposa y desapareció como un
arco iris en el cielo. Sin embargo, al año siguiente, la reina dio a luz a Dranpa
Namka, que era capaz de recordar sus quinientas vidas anteriores, por lo que
lo consideraron la encarnación de un inmortal.
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