Shenrap
tenía un gran enemigo, el dios de los demonios Khyapa Laring («mano larga
penetrante»»), quien culpaba al gran maestro de haberle usurpado sus almas y
de emplear oraciones para que se secaran los cuatro ríos del reino de los
demonios. Un día, Khyapa decidió robar los caballos de Shenrap, los mejores
del mundo, con la esperanza de que su pérdida lo distrajera de su tarea de
salvar almas.
Para
ello, envió siete de sus mejores jinetes diabólicos al reino de Shenrap, Wolmo
Lungring, situado en la región de Tazig. Allí monta-ron sobre los animales, los
golpearon sin piedad y se los llevaron a la fuerza al sureste del Tíbet.
Shenrap
persiguió a los ladrones y, aunque los demonios arroja-ron sobre él una
tormenta de nieve, un valle de fuego, un océano, una tormenta de arena y una
montaña en medio del camino, pudo superar todos los obstáculos con un solo movimiento
de la mano. Mientras viajaba por el Tíbet, convirtió a cientos de demonios y
humanos a la fe bon, pero al comprobar el gran número de almas que necesitaban
salvación, y que aún no estaban preparadas para aceptar la nueva octrina,
prometió que, en las generaciones futuras, sus discípulos convertirían al
mundo entero.
Cuando
Shenrap encontró a sus caballos, éstos se encontraban bajo la custodia de la
madre de Khyapa y de cien demonios con la apariencia de hermosas mujeres, que
intentaron seducirlo, ofreciéndole a beber recipientes de oro que contenían
veneno. Pero Shenrap lo transformó en medicina y a las mujeres en hechiceras,
aunque parece que los animales entre tanto criaron, porque después de algunos
siglos esa parte del Tíbet alcanzó merecida fama por la calidad de sus
corceles.
0.087.4 anonimo (tibet)
No hay comentarios:
Publicar un comentario