Las historias acerca de embaucadores que
son engañados se cuentan por todo el mundo, pero en ningún lugar son tan
comunes como en Norteamérica. En este relato de las llanuras, un personaje
llamado Nihansan se sumerge en busca de fruta en lo que son, en realidad,
reflejos.
Al igual
que numerosos embaucadores norteamericanos, Nihansan era un personaje ambiguo.
Para los arapaho, un pueblo de las llanuras muy cercano a los cheyenes, era,
por un lado, la deidad creadora por excelencia, a la que se le atribuía la
creación de la Tierra y de los seres humanos a partir del barro recogido en el
lecho marino por un buzo terrestre enviado por él.
Y, por
otro lado, era un jactancioso bufón y un personaje muy frecuente en los
relatos cómicos. En uno narra cómo perdió sus propios ojos y tuvo que tomar
prestados los del topo, que quedó ciego desde entonces; en otro, intentó sin
éxito hacerle la corte a la señora de los torbellinos, quien sin miramiento
alguno lo dejo plantado y afligido.
Un
tercer relato cuenta como un día, mientras caminaba por una corriente, vio
unas jugosas ciruelas rojas bajo la superficie del agua. Tan apetitosa visión
le abrió el apetito, así que se quitó la ropa, se sumergió en el agua y camino
a tientas por la vaguada, intentando en vano recoger la fruta.
Frustrado,
salió a la superficie con las manos vacías y jadeando en busca de aire, pero
como continuaba sintiendo hambre, volvió a intentarlo. Tras recoger algunas
piedras, se las ató a las muñecas y a los tobillos para hundirse en el agua.
Después de sumergirse una segunda vez, buscó de nuevo en vano. Cuando ya no
pudo aguantar la respiración durante más tiempo, se libró de las piedras y
salió a la superficie.
Tras
levantar la vista, se percató de repente de unas ciruelas que colgaban de un
árbol que tenía encima.
-¡Qué
tonto! -se dijo a sí mismo y salió del agua. Avergonzado, se dirigió al árbol,
donde comió algunas de las ciruelas y recogió otras para proseguir su viaje.
0.007. anonimo (norteamerica)
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