Translate

viernes, 21 de septiembre de 2012

El espiritu del grano


Para que los espíritus de la naturaleza continúen bendiciendo los campos de cultivo y los territorios de caza, éstos deben ser honrados. Los tuscarora, cuando cosechaban y almacenaban el grano, daban las gracias al espíritu del grano.

En una aldea en que la cosecha de grano siempre ha­bía sido copiosa, sus habitantes se hicieron perezosos y despreocupados. Además, permitieron a los perros comerse el excedente y almacenaron las semillas en orificios mal cavados y en cestas viejas. Pero lo peor de todo es que se negaban a dar las gracias a los espíritus del grano.
Como confiaban en que podían continuar sustentándose a partir de la caza, los hombres se adentraron en el bosque en busca de presas, pero los animales habían desaparecido. Los ham­brientos pobladores desenterraron entonces sus cestas, pero las reservas estaban podridas o las habían devorado los ratones. Un unico hombre, Dayohagwenda, había dado las gracias por su cosecha había almacenado el grano de manera segura.
Un día que iba paseando por el bosque, se encontró con una morada construida con corteza de olmo y rodeada de ma­leza, en cuyo interior estaba llorando un anciano.
Abuelo, ¿por qué llora? -preguntó Dayohagwenda.
-Porque tu pueblo se ha olvidado de mí -contestó el anciano. Mientras Dayohagwenda proseguía con sus pregun­tas, cayó en la cuenta de que el anciano era el espíritu del gra­no, y que estaba sucio y desarrapado porque las personas se ha­bían vuelto despreocupadas y desagradecidas. Lloraba porque pensaba que lo habían olvidado.
Dayohagwenda regresó a la aldea y encontró a su pueblo al borde de la inanición. Tras relatar lo que había visto, advirtió que el espíritu del grano podría abandonarlos para siempre. Sin embargo, si comenzaban a rendirle honores de nuevo, los ayu­daría. Entonces desenterró sus propias reservas de alimento y descubrió que el espíritu las había multiplicado. A partir de entonces, los aldeanos comenzaron a plantar con cuidado, qui­taron la maleza, recogieron la cosecha y la almacenaron. Y die­ron las gracias al generoso espíritu que los bendijo.

0.007. anonimo (norteamerica)

No hay comentarios:

Publicar un comentario