Los animales de los mitos norteamericanos a
menudo vivían en grupos similares a los clanes bajo la guía de un sabio jefe o
«maestro». Este relato del pueblo mohawk narra cómo un conejo maestro creó un
ritual que fue respetado por la tribu durante mucho tiempo después.
Numerosos
pueblos indígenas norteamericanos llevaban a cabo danzas ceremoniales que
imitaban los movimientos de los animales: los cheroki, por ejemplo, disponían
de ritos que se inspiraban en las águilas, los pollos, las codornices, los
caballos, los mapaches y las marmotas, entre otros. Con el paso del tiempo,
fueron apareciendo historias que describían los orígenes de dichos rituales con
el objetivo de explicar su importancia para la tribu.
Un
ejemplo típico de ello lo encontramos en un mito del pueblo mohawk, de la
frontera entre Estados Unidos y Canadá. En él se cuenta cómo un grupo de
cazadores que viajaba por el bosque encontró un claro rodeado de árboles.
Cuando el líder del grupo se aproximó, vio a un animal que no había visto
antes, del tamaño de un pequeño oso negro, pero que no era un oso. En
realidad, se trataba de un conejo gigante. Mientras los hombres lo observaban,
el conejo levantó la cabeza, pero, en lugar de huir, los saludó y golpeó la
tierra con una de sus patas traseras. Tras este gesto, multitud de conejos se
unieron al maestro, que comenzó a saltar rítmicamente, como si estuviera
tocando un tambor. El resto de los conejos formó un círculo y bailó alrededor
del percusionista. Entonces, cuando la actividad llegó a su momento álgido, el
tambor quedo repentinamente en silencio. El maestro conejo dio entonces un
salto en el aire y desapareció en el bosque.
Cuando
los cazadores regresaron a la aldea, acudieron a la vivienda comutaria y
contaron lo que acababan de presenciar.
-Entonad
el ritmo del jefe de los conejos -dijo uno de los ancianos. Los hombres agarraron
los tambores y la gente comenzó a danzar al ritmo marcado por el maestro
conejo. Desde entonces, los pobladores de todas las tierras de los mohawk continuaron
celebrando la danza del conejo como muestra de respeto hacia los animales, de
cuya carne y piel tanto provecho sacaban.
0.007. anonimo (norteamerica)
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