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viernes, 21 de septiembre de 2012

El clan de la serpiente


Mitos como el de la migración del clan de la serpiente, del pueblo tewa del norte de Nuevo México, explica cómo algunos grupos llegaron a reverenciar a ciertos animales (en este caso a la serpiente) y a poblar determinadas regiones de Norteamérica.

Una vez, un chico de los tewa, que viía en un río, se sen­to junto a él y se dijo:
Me pregunto adonde irá este agua.
Ese día taló un árbol para construir una caja v les dijo a sus pa­dres que deseaba viajar río abajo. Su tío realizó unos bastones para orar.
-Si te encuentras con al­gún ser sagrado -le dijo-, en­trégaselos.
A la mañana siguiente, el niño se sentó en la caja con su puñado de bastones, y par­tió río abajo.
Al llegar a un lugar en el que había una montaña, se le acercó una joven:
Soy la causante de que hayas venido río abajo -lo dijo.
Tras decir estas palabras, lo condujo a la cima de la mon­taña, donde se encontró con una casa, cuyos ocupantes le ofre­cieron comida. Sus anfitriones parecían humanos, aunque su piel era amarillenta y escamosa y, al salir al exterior, se convir­tieron en serpientes. El chico dio las gracias al cabeza de familia y le entregó los bastones. La familia le mos­tró al niño sus danzas típicas, canto, le invitó a quedarse con ellos y le pidió que se casara con la chica.
Años mas tarde, tras contraer ma­trimonio con ella a engendrar varios hijos, su suegro lo dijo:
-Ha llegado el momento de que vuelvas con tus padres. Llévate a tu fa­milia contigo.
Cuando llegaron a casa del chico fueron bienvenidos y todo fue bien has­ta que los vástagos de la familia de la serpiente comenzaron a morder a otros niños, por lo que decidieron trasladarse al sur.
Muy pronto se encontra­ron con otros seres.
-¿Quiénes sois? -dijeron las serpientes.
-Somos el clan de la arena -dijeron los desconocidos.
-Bueno, sois mi pueblo -respondió la mujer serpiente.
Tras unirse a ellos, viajaron juntos y se encontraron con otros clanes. Y así fue cómo los clanes de los tewa se reunieron. Sin embargo, las serpientes no pudieron convivir con otros cla­nes y se establecieron en el desierto.

0.007. anonimo (norteamerica)

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