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viernes, 21 de septiembre de 2012

El hombre que vivio con osos


Un relato del pueblo pawnee de los skidi demuestra que puede existir una estrecha relación entre los seres humanos y otras especies. En este relato, la amabilidad mostrada por parte de un humano a un oso vulnerable se vio más tarde recompensada.

Un hombre que se encontraba cazando en el bosque cerca de su hogar una vez se encontró a un osezno abandonado y, en lugar de matar al animal indefenso, ató una ofrenda de tabaco alrededor de su cuello y lo bendijo, diciendo:        
-¡May Tirawa (la deidad suprema) te proteja!
Tras regresar al campamento, le contó a su esposa que estaba encinta, lo que había sucedido, y cuando ésta dio a luz poco después, su hijo creció demostrando en todo mo­mento un gran respeto hacia los osos. De hecho, era tal su identificación con ellos, que cuando estaba solo, rezaba a las almas de los osos.
Cuando alcanzo la madurez, resulto herido de muerte en una emboscada y su cuerpo fue desmembrado. Más tarde, un oso y una osa encontraron sus restos mortales y lo revivie­ron con la ayuda de poderes sobrenaturales.
El hombre se recuperó del todo y, vivió durante un prolongado período con sus benefactores, durante el cual, llego a reverenciar a los osos como los mejores y, más sabios de todos los seres.
Los osos, sin embargo, le recordaron el lugar que ocu­paba en el orden de las cosas. Su sabiduría, según decían, era un don de Tirawa.
Finalmente llegó el momento de regresar con su pue­blo y, cuando partió, el oso lo abrazó con cariño, lo besó en los labios, y lo acarició con sus garras y su pelaje, lo que le otorgó poder y sabiduría.
Cuando regresó, se convirtió en un destacado y vale­roso guerrero y decidió instaurar la danza de los osos entre su pueblo.

0.007. anonimo (norteamerica)

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