Los cazadores indígenas norteamericanos se
movían guiados por un rígido código ético. Estaba prohibido mentir o alardear
de habilidades para la caza, así como matar a más animales de los necesarios
para alimentarse. Como ilustra este relato del pueblo wasco, los transgresores
eran severamente castigados.
Un chico
que cazaba ardillas y pájaros una vez fue reprendido por su jactancioso padre:
-Cuando
yo tenía tu edad cazaba alces.
-Y señalando una cicatriz que tenía en la
frente, mintió a su hijo. Un alce me hizo esto. En realidad, se había cortado
al chocar contra un árbol.
Muy
pronto, el chico se convirtió en un ambicioso cazador y logró la protección de
un alce hembra, que le dijo:
-Si me
prestas tus servicios, seré tu espíritu guardián. Pero no deberás matar a
demasiados animales.
Su padre
continuó burlándose de él por su escaso número de presas, lo que provocó que
el alce perdiera la paciencia y permitiera a su protegido matar a cinco manadas
de alces. Su gran ambición le llevó a intentar también matar a su guardiana.
Ésta huyó hacia a un lago y, fingiendo estar muerta, se hundió bajo la
superficie cuando el niño intentó atraparla.
En el fondo
del lago, el cazador recuperó la cordura y vio a innumerables alces disfrazados
de seres humanos. Entonces oyó una voz que dijo:
-Traedlo.
-El cazador fue conducido ante su guardiana, quien le dijo:
-¿Por
qué no has cumplido mis órdenes? ¿Ves a todos los alces-personas que has
matado? Tu padre te ha mentido. Ya no puedo continuar siendo tu guardiana.
-¡Expúlsalo!
-Y el joven fue enviado de vuelta a su aldea. Estuvo en cama durante cinco
días y cinco noches, y entonces pidió agua.
-Calentad
agua y lavadme. Llamad a mis amigos para que pueda hablar con ellos.
Cuando
el pueblo se reunió, el cazador les contó:
-Mi
padre no estaba satisfecho porque no lograba hacer lo que él había llevado a
cabo, y sus deseos han entristecido al espíritu guardián que me ayudaba. El espíritu
me ha abandonado.
Y tras
pronunciar estas palabras, murió.
0.007. anonimo (norteamerica)
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