Esta historia del pueblo pawnee, de la
región de las llanuras, trata de un niño de origen humilde cuya compasión se ve
finalmente recompensada por su prestigio como guerrero. Alcanzar la fama desde
unos orígenes humildes es un tema recurrente en un gran número de mitos
indígenas norteamericanos.
Un niño
vivía junto a su abuela en las afueras de una aldea. Los dos eran tan pobres
que lo único que comían eran suelas de sandalias viejas y los restos de comida
de otros habitantes de la aldea. Una vez, el niño quedo consternado al ver cómo
unos hombres disparaban al nido de unas águilas.
Más
tarde, cuando estaba hurgando en la tierra, se le aproximó un águila.
-Como te
has compadecido de nosotras, te acudaremos -le dijo. Entonces condujo al niño
a una colina, en la que se encontraba atado un caballo viejo y descuidado. A
pesar de su lamentable estado, hubo un tiempo en el que había pertenecido a un
guerrero, y las águilas se lo entregaron al niño como un obsequio mágico.
Cuando
la tribu entro en guerra, el caballo sarnoso se transformó en un vigoroso zaino
a cuyos lomos el niño atacó y acabó con la vida del líder enemigo, tras lo cual
él y el caballo desaparecieron de repente.
Cuando
el pequeño volvió, proclamando sus hazañas, los aldeanos se burlaron de él, ya
que su caballo había recuperado su decrépito estado. Al poco tiempo se libró
otra batalla, con idéntico resultado que la anterior. Tiempo después, el niño
salió por tercera vez para combatir, y luchó con tal cigor que consiguió que el
adversario huyera. Cuando se disponía a abandonar el campo de batalla, su
esbelta montura se unió primero a un solitario corcel gris y luego a múltiples
caballos. Los habitantes de la aldea lo aclamaron como el gran guerrero que
era.
0.007. anonimo (norteamerica)
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