El origen de los seres humanos no se aborda
en la mayoría de las tradiciones aborígenes. De hecho, mantenían una relación
tan estrecha con la naturaleza que podían considerarse un elemento más del
paisaje. Uno de los relatos acerca de los orígenes del género humano procede de
Tasmania.
Hace
mucho tiempo, las dos estrellas más brillantes del firmamento eran Moinee y
Dromerdeener. Rivalizaban por el dominio supremo del cielo, así que decidieron
resolver la cuestión mediante una guerra después de un largo período de tensión
y continuas discusiones. El resto de las estrellas observaron impotentes hasta
que Momee fue finalmente derrotada y expulsada del reino celestial. Dromerdeener
irrumpió en el ciclo siguiendo la estela de su victoria, mientras que su
rival, sumida en la más profunda de las tristezas, caía a la Tierra y, más
concretamente, en la costa del sur de Tasmania, en Sandy Bay donde aún se la
puede ver con la forma de una gran roca. Sin embargo, antes de morir, concedió
un obsequio a su hogar terrenal al crear a los primeros tasmanios, que poblaron
sus tierras vacías. Sin embargo, debido a las prisas, los dotó de colas como a
los canguros y se negó a proporcionarles rodillas articuladas, de modo que
tenían que pasarse la vida de pie, sufriendo lo indecible para tumbarse o
agacharse. Pronto rogaron al cielo que se compadeciera de su difícil
situación. Dromerdeener por fin oyó sus súplicas y a pesar de lo despiadada que
era, se compadeció y, tras descender del cielo, les cortó las colas y
embadurnó las heridas con hierbas curativas. Más tarde, en la mitad de cada
pierna, añadió una rodilla, y a partir de entonces tuvieron libertad para agacharse
o tumbarse.
0.080.4 anonimo (australia)
No hay comentarios:
Publicar un comentario