Según la leyenda alemana de los nibelungos,
Gunther y Hagen asesinaron a Sigfrido, le robaron el oro y lo ocultaron en el
Rin. Crimilda, la viuda de Sigfrido (y hermana de Gunther), fue obligada a
casarse con Etzel (Atila) el huno, cuyo único objetivo era encontrar el oro de
Sigfrido.
Atila
(la versión nórdica de Etzel) invitó a Gunnar (Gunther) y a Hogni (Hagen) a un
banquete, pero Gudrun (Crimilda), que sospechaba una traición, les envió un
anillo tallado con runas para advertirles de que se mantuvieron alejados. Sin
embargo, Gunnar contestó desafiante:
-¡Tráenos
cerveza en copas de oro, ya que éste puede que sea nuestro último trago!
Viajaron
a la fortaleza de Atila, donde un grupo de hombres armados los capturaron.
Fueron encarcelados por separado, y a Gunnar le preguntaron si compraría su vida
a cambio de su tesoro.
-Entrégame
primero el corazón de Hogni -respondió. Así que los hombres de Atila se lo
llevaron a Gunnar, quien dijo gritando:
-¡Nunca
encontrarás el tesoro de SiKur!
-¡Permites
que se lo quede el Rin y no que lo disfruten los hunos! Llevadlo al foso de las
serpientes -ordenó Atila. Gunnar fue encadenado a una silla un medio de
venenosas criaturas, en la que continuó tocando el arpa hasta que La muerte lo
alcanzó.
Cuando
Atila regresó, Gudrun te dijo:
-He
matado a dos cenados en tu honor.
Pero
cuando Atila estaba borracho, ella se hurló de él:
-Has
comido los corazones de tus hijos.
Esa
misma noche, Gudrun atravesó con su espada a Atila mientras éste se encontraba
sumido en un sopor etílico, e incendió el vestíbulo, asesinando a todo aquel
que había ayudado a provocar la muerte de su hermano.
0.079. anonimo (vikingo)
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