Translate

martes, 9 de octubre de 2012

Las doncellas cisne

El relato de las doncellas cisne se extendió por toda Melanesia. El personaje principal, al que se le aparecían estos seres celestiales, podía ser uno de los héroes de las islas o, en ocasiones, como en el caso de este relato del pueblo efate de Vanuatu, un sencillo humano.

Existía una raza divina de mujeres que visitaban la Tierra disfrazadas de cis­nes. Descendían por la noche, cuando no había marcas, y se deshacían de sus alas para ir a pescar. Al amanecer, cuando la marea volvía, recogían las alas y alzaban el vuelo de vuelta a casa. Sin embargo, una noche, un hom­bre las vio trabajar, robó un par de alas y las enterró bajo su casa. Con la llegada del alba, las doncellas cisne volaron de vuelta a casa, con la excepción de una hermosa mujer que no pudo encontrar sus alas. El hombre la atrapó y la con-virtió en su esposa. Tuvieron dos hijos. ambos varones, cuyos nombres fueron Tafaki y Karisi Bum.
Sin embargo. llego el momento en el que el hombre se cansó de su esposa y comenzó a golpearía. La mujer lloró amargamente e hizo que sus lágrimas abrieran el suelo de tierra de la casa. Cuanto más lloraba, más se abría el suelo, hasta que un día vio las alas que su marido había escondido bajo tierra. Se las colocó inmediatamente y ascendió volando al cielo, no sin antes decir a sus hijos que intentaran encontrarla.
Con el tiempo, los chicos se convirtieron en unos hombres ricos e inteligentes, y tal era su poder que treparon por una palmera armados con porras con la intención de someter a los vientos. Aunque no lo lograron, consiguieron hacer que el siento del suroeste pasara al olvido.
Un día que estaban cazando, arrojaron una flecha a un ave que volaba alto en el cielo. Pero la flecha no alcanzó su objetivo, sino que impactó contra una higuera celes­tial de Bengala. Continuaron arrojando flechas, que fueron uniéndose hasta formal una cadena que unió el cielo y la Tierra. Tras trepar por ella, se encontraron no con su madre cisne, sino con su abuela ciega, que cuidaba de los ñames. Tras curar su ceguera, descendieron por la cadena de flechas con una cesta que contenía, como muestra de agradecimiento, cerdos, aves, ñames y todo tipo de plantas que pudieran servir de uti­lidad al género humano.

0.080.4 anonimo (australia)

No hay comentarios:

Publicar un comentario