Al vivir
en una región cercana al mar, los araucanos contaban con numerosas historias
cuyos protagonistas eran animales acuáticos, tanto reales como imaginarios. El
camahueto era un enorme caballito de
mar que podía provocar naufragios, mientras que al cuero, un pulpo con garras, le gustaba darse un festín con los
animales o humanos lo bastante imprudentes como para sumergirse en el agua. En
ocasiones, salía a la orilla para disfrutar del calor del sol y luego
provocaba tormentas para que el viento lo llevara de nuevo al mar.
El neguruvilu, o guirivilo, era un cruce de zorro y serpiente que abandonaba su
guarida en el lecho del río para atrapar a sus presas y alimentarse de su
sangre. Luego estaba el huallepen,
una oveja con cabeza de ternero que vivía en las corrientes; si se le aparecía
a una mujer encinta, ésta engendraba un hijo deforme. El colocolo era una pequeña criatura con saliva venenosa que vivía en
cavernas subterráneas y el alicanto
era un pájaro que se alimentaba de oro, lo que explicaba que brillara con gran
intensidad; si se le apresaba, ocultaba su luz de modo que quien lo había
cazado pereciera desorientado en medio de la montaña.
Quizá el
más terrorífico era el horrible chon-chon.
Esta temible criatura era una cabeza humana despojada del resto del cuerpo que
utilizaba las orejas a modo de alas y acudía por la noche a las casas donde
había enfermos. Una vez dentro, luchaba con sus almas y, si lograba
derrotarlas, les chupaba la sangre.
0.081.4 Anonimo (sudamericano)
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