Los
«condenados» pertenecían a una categoría de fantasmas presente en distintas
culturas, la de aquellos atrapados entre los mundos de los vivos y los
muertos.
Al no
disponer de un hogar, deambulaban privados de compañía y despojados de toda
esperanza de salvación. No es de sorprender, pues, que se enfadaran y buscaran
venganza por los sufrimientos que debían padecer aquellos que habían corrido
mejor suerte que ellos.
El
clásico relato del condenado comienza con un joven que viaja solo por una
solitaria ruta montañosa y que se sorprende al encontrarse con una hermosa
mujer, pero su sorpresa es aún mayor al ver que ésta se arroja en sus brazos y
le ofrece su cuerpo para pasar la noche. El joven sucumbe ante sus encantos
sin dudarlo y la pareja hace el amor de manera apasionada hasta el amanecer.
Pero cuando sale el sol, la mujer le informa de que se trata de una condenada.
Acto seguido desaparece y, en cuestión de semanas, el desdichado chico se consume
y muere.
En
ocasiones, los condenados eran caníbales en lugar de seductores. Una truculenta
historia cuenta cómo una joven madre que aguardaba la llegada de su marido vio
a una mujer vestida de blanco que corría a toda prisa por el sendero cercano a
su casa durante el anochecer. La extraña parecía tener tanto frío que la mujer
la invitó a su casa y, una vez dentro, le pidió que sujetara a su pequeño de
dos años mientras se agachaba para encender la hoguera. Pero al levantarse de
nuevo y darse la vuelta, vio que la boca de la misteriosa mujer estaba manchada
de sangre y que se había comido a su pequeño hasta la cintura. La dueña de la
casa pudo escapar escondiéndose en una manada de vacas, cuyos bramidos asustaron
al hambriento espíritu.
0.081.4 Anonimo (sudamericano)
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