Para
llevar a cabo su primera entrada en la futura capital de Cuzco, el primer
inca, Manco Cápac, lucía una capa de oro según el relato o, de acuerdo con otra
versión de la historia, dos delgadas placas del metal sobre el pecho v la
espalda, respectivamente.
Había
enviado a emisarios para que difundieran la noticia de que el mismo hijo del
sol iba a bajar a la ciudad. Cuando los habitantes lo vieron bañado en la
supuesta gloria reflejada de su padre, se postraron a sus pies y lo adoraron
como a un dios.
Antes de
su ejecución en el año 1572, el último inca, Tupac Amaru, reveló en un
discurso que las afirmaciones que él y sus antepasados habían realizado acerca
de las conversaciones entabladas con el Sol no eran ciertas, y explicó que su
predecesor en el trono, Titu Cusi, le había aconsejado qué debía hacer para influenciar
a su pueblo. Primero tenía que dirigirse al Punchao, el disco solar de oro que
era el emblema más sagrado de los incas. Después, tenía que aparecer y decir
que había hablado con él, y entonces decir lo que quisiera. «Pero no hablaba,
sólo lo hacíamos nosotros, ya que un objeto de oro no puede hablar.»
Es
probable que pronunciara estas palabras bajo coacción. Aunque también es
posible que la intención de Tupac Amaru fuera aconsejar a su pueblo que no
depositara tanta fe en las antiguas creencias, que comenzaban a hacer aguas.
0.081.4 Anonimo (sudamericano)
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