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viernes, 1 de marzo de 2013

El nacimiento de las estrellas

Los movimientos de las constelaciones determinaban un calendario que permitía regular el ciclo de las estaciones. De esa manera, el nacimiento de las estrellas estaba vinculado con el tiempo en sí mismo, un terrible evento que destruyó a los primeros seres y llevó la mortalidad al mundo.

Todas las culturas del mundo cuen­tan con historias sobre las estrellas que salpican la bóveda celeste du­rante la noche. Los pueblos ama­zónicos no constituían ninguna excepción, y las largas horas que pasaban en hamacas alre­dedor de las fogatas mirando el cielo ayuda­ban a estimular su fantasía. Los diferentes grupos aporta-ron sus propias historias, que se transmitían de generación en genera­ción como parte del legado tribal al corpus común de mitos.
Los toba, de la región del Gran Cha­co en Argentina v Paraguay, cuentan con mitos acerca de los orígenes de más de trein­ta cuerpos celestiales. La mayoría de ellos remiten a un desastre cósmico, con incendios devastadores o un diluvio universal. Sin em­bargo, uno de ellos veía evidencia celestial en los animales de caza, y describe la oscu­ra nebulosa Saco de Carbón como la cabeza de un ñandú, un ave no voladora similar a un pequeño avestruz, cuyo cuerpo está compues­to por la constelación Ofiuco y cuya pata es la parte de la Vía Láctea que se extiende desde Escorpio. Según dicha leyenda, el ñandú fue perseguido hasta el cielo por un niño y su perro, quienes se transformaron en dos de las estrellas de la constelación de Centau­ro. Una versión alternativa identifica a las dos estrellas de la constelación de Centauro como perros, los antepasados de los perros de caza actuales, que se crearon a partir de los pechos de dos ancianas.
Algunas constelaciones se conside­raban, en general, animales de caza o mari­nos, ya que su aparición en el cielo se inter­pretaba como una prueba de la vuelta a la vida al final de la estación sin lluvias.
Para los karina de Venezuela, el tapir, una criatura pequeña similar al cerdo que bus­ca sustento durante las noches, es el soberano de los alimentos, porque hubo un tiempo en el que sólo él conocía el paradero del árbol allepantepo, que lo suministraba todo. Cuando los gemelos divinos Pia y Makunaima lo cap­turaron, pasó al cielo y dio lugar a las Híades, mientras que sus asesinos se con-virtieron en Orión y las Pléyades.

0.081.4 Anonimo (sudamericano)

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