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viernes, 1 de marzo de 2013

La piedra que lloro lagrimas de sangre

Cuenta una leyenda de Cuzco que había una enorme roca más allá de los muros de la ciudad que lloraba lágrimas de sangre. Esta historia se basaba en una tragedia real que estropeó la construcción de uno de los mayores logros arquitectónicos de los incas.

Incluso en la actualidad, es difícil no maravillarse ante los extraordinarios lo­gros arquitectónicos de los incas, y la impresión que podamos tener hoy en día no es nada comparada con la que debieron de sentir los soldados españoles que   conquistaron el Imperio inca en el siglo XVI. La construcción que más les im­presionó fue la fortaleza de Sacsahuamán, que presidía la capital imperial de Cuzco. Erigida con enormes bloques de piedra, algunos de los cuales pesa­ban más de cien toneladas, maravilló a los conquistadores con su desco­munal mole, hasta el punto de que algunos la denominaron la octava maravilla del mundo. Sin embargo, una de las piedras destinadas a su construccibón nunca llegó a su lugar, sino que permaneció en una meseta frente a la fortaleza, tan agotada de su largo viaje desde las minas, según afirmaban los habitantes de Cuzco, que tuvo que detenerse a descansar y lloró sangre del esfuerzo realizado.
De acuerdo con el inca Garcilaso de la Vega, la realidad fue aún más trágica. De hecho, los tra­bajadores que la estaban transportando la dejaron allí en forma deliberada, después de que ocurriera un desastre durante el trayecto, cuando la enorme roca se soltó desde una montaña y aplastó a muchos de los que la arrastraban. De acuerdo con el historia­dor, eran estas víctimas (que sitúa en unas 3.000) quie­nes lloraban lágrimas de sangre, y la piedra permane­ció aislada fuera de la capital como monumento en su memoria.

0.081.4 Anonimo (sudamericano)

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